El día de la inauguración de los Juegos Olímpicos 2024 en París, que debería haber sido una celebración del deporte y la unión mundial, se transformó en un escenario de antivalores que promueven la ideología de género. Lo que podría haberse visto como un encuentro deportivo global se convirtió en un evento donde progresistas y feministas tomaron el centro del escenario, dejando un mensaje claro: Olimpiadas DRAG, honor al aborto, y ¿Qué otras atrocidades más?
La ceremonia incluyó referencias explícitas del grupo ideológico LGBTQ+, con momentos como dos hombres besándose y ‘drag queens’ recreando una Última Cena, con figuras como Nicky Doll, Paloma y Piche, esta última conocida por su barba rubia. Este cuadro artístico, titulado «Festividad«, fue el más llamativo y claramente una provocación para aquellos que valoran las tradiciones religiosas.
Drag, una forma de arte de flexión de género donde una persona se viste con ropa y maquillaje para enfatizar una identidad de género particular o una personalidad ficticia creativa, fue presentado de manera destacada. Esto no solo fue una burla para las diversas culturas que se centran en este encuentro, sino también una demostración de todo lo que está mal en Occidente, se han reído del cristianismo y fue una ofensa directa.
La inauguración de los Juegos Olímpicos en París ha sido la culminación de una serie de actos de decadencia absoluta. Además de los robos tanto deportivos como materiales que ya se han reportado, este evento ha sido una demostración clara de la fealdad del mal que busca imponerse en nuestra sociedad.
Con esta blasfemia, los organizadores se han reído de todos. Este evento debería servirnos como un llamado a la acción. No para encender la llama olímpica, sino para prender la llama de la reacción y la revolución en Europa. No podemos permitir que esta parodia continúe y que sigan riéndose de nuestros valores y creencias.
Es hora de levantarse y proclamar abiertamente a Dios, como lo hizo el Pr. Emilio Agüero en la inauguración de la Copa América, un acto que también escandalizó a muchos, pero que representa la verdadera lucha por nuestros principios y creencias judeocristianas.
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