Los resultados de la investigación, publicado el fin de mes pasado, indica –por ejemplo- que casi 6 de cada 10 jóvenes en el Cono Sur (Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile) viven en hogares pobres o vulnerables. Dice que de estos, más de 8,5 millones viven en hogares en situación de pobreza (con ingresos por debajo de USD 5 per cápita por día en dólares PPA de 2011). Y más de 16 millones viven en hogares vulnerables (con ingresos entre USD 5 y 12,4 per cápita por día en dólares PPA 2011); si bien estos jóvenes no están en situación de pobreza, sí tienen una alta probabilidad de caer en ella.
De los más de 8,5 millones de jóvenes que son pobres, alrededor de 4 millones viven en condiciones de pobreza extrema (con ingresos por debajo de USD 3,1 per cápita por día en dólares PPA de 2011). Esto significa que, de cada 10 jóvenes en el Cono Sur, 1 vive en un hogar en pobreza extrema, 1 vive en un hogar pobre y 4 en hogares vulnerables. Considerando el promedio de los cinco países, el 15 por ciento de los jóvenes en el Cono Sur son pobres, mientras que el 37 por ciento son vulnerables.
Expresa que Brasil y Paraguay presentan las mayores tasas de pobreza juvenil, superando el 20 por ciento. La pobreza afecta más a los jóvenes que a los adultos, especialmente en el grupo de 15 a 19 años, con tasas de pobreza que son el doble de las de los adultos. Las mujeres jóvenes y los jóvenes indígenas y afrodescendientes presentan mayores tasas de pobreza. Los jóvenes pobres tienen el doble de probabilidad de estar desempleados o ser NiNis que los no pobres, y la mayoría de los que trabajan lo hacen en empleos informales.
En Brasil y Paraguay el suicidio es la tercera causa de muerte en este grupo etario, en Argentina y Chile es la segunda y en Uruguay es la primera. La pandemia del COVID-19 agravó la salud mental juvenil, aumentando el estrés y la ansiedad. Además, hay preocupaciones sobre el impacto del uso de la tecnología sobre el rendimiento escolar y la salud mental. El acceso equitativo a la salud sexual y reproductiva es otro desafío; si bien el embarazo adolescente ha descendido notoriamente desde 2010 en la mayoría de los países del Cono Sur, sigue siendo elevado y mayor que en la OCDE, afectando especialmente a los sectores más vulnerables.
Por otra parte, los jóvenes del Cono Sur enfrentan una exposición desproporcionada al crimen y a la violencia, como víctimas y como perpetradores. La violencia inter personal es responsable de 4 de cada 10 muertes de jóvenes de 15 a 29 años en el Cono Sur, comparado con 1 de cada 10 a nivel global, siendo la principal causa de muerte entre los jóvenes.
POLITICAS EDUCATIVAS
Las políticas educativas y de empleo deben estar acompañadas de iniciativas integrales que se concentren en los jóvenes más rezagados, abordando sus condiciones de vida, su salud física y mental y su exposición a la violencia. Los elevados retornos de la educación, que se traducen en salarios más altos para aquellos que logran completar los niveles secundario y terciario, se concentran en pocos jóvenes, en general provenientes de entornos más favorecidos, perpetuando la transmisión intergeneracional de la desigualdad.
Al mismo tiempo, estos elevados niveles de retornos muestran que la educación es una de las herramientas más poderosas para combatir la pobreza y la desigualdad en la región. Además, la educación ha demostrado tener impactos positivos en los jóvenes sobre otros ámbitos como la salud y la disposición a conductas delictivas.
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