Cuando Pablo visitó la ciudad de Atenas vio un altar «a un dios desconocido».
Hechos 17:22-23 «Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio».
¿A quién se le ocurrió levantar dicho altar?
El escritor y poeta Pausanias, en su libro Atenienses, menciona «los altares de dioses desconocidos». Según Pausanias, Epiménides el cretense (filósofo) fue quien levantó dichos altares, pues cuando la provincia de Ática (sur de Grecia) fue azotada por una terrible plaga, los habitantes de la zona le preguntaron al oráculo de Delfos era (un templo griego dedicado al dios Apolo al que la gente acudía para conocer el futuro) qué debían hacer para librarse de la plaga. El oráculo respondió que debían ofrecer sacrificios, pero sin nombrar al dios al que se los ofreciesen.
Epiménides, que por aquel entonces se encontraba en Atenas, les mandó que soltasen por el campo las bestias destinadas para el sacrificio, y que los sacrificadores las siguiesen con esta indicación: dondequiera que se parasen los animales, allí debían ofrecer sacrificios al dios desconocido para aplacar su ira.
Quizás para los atenienses era normal adorar «a un dios desconocido», a pesar de que dicha práctica no fue muy beneficiosa.
El Dios de la Biblia sigue siendo el DIOS NO CONOCIDO.
¿Será posible que en pleno siglo XXI muchos, incluso nosotros los cristianos, estemos adorando a un Dios que no conocemos? Tal vez hoy no levantamos altares ni degollamos bueyes, pero sí corremos el riesgo de rendir nuestra adoración a Alguien que no conocemos.
Este es el motivo por el cual muchos siguen viviendo en la oscuridad.
Preocupado por esta realidad, Jesús señaló que la vida eterna consiste en conocer a Dios y conocerlo a él (Juan 17: 3). Conocer a Dios no es un asunto meramente intelectual ni de cultura general, sino una experiencia que empezamos a disfrutar a través del nuevo nacimiento. Inicia con un encuentro personal con Cristo.
Los cristianos, ¿Y cómo podemos conocer mejor a Dios? Debemos pasar tiempo a solas con él y disfrutar de su presencia en nuestras vidas. Solo así Dios dejará de ser «desconocido» y podremos decir como el apóstol Pablo (2 Timoteo 1:2): «yo sé a quién he creído» y como Jetro, «Ahora estoy convencido de que el Señor es más grande que todos los dioses» (Éxodo 18: 11).
En las Escrituras, el Señor expresa su deseo de que su pueblo lo conozca.
Dios anhela que lo conozcamos:
Se revela a través de la creación. Salmos 19:1. Los cielos cuentan la gloria de Dios.
Se revela en Cristo Jesús. Juan 1:18. …. Él ha dado a conocer. Juan 1.14
Se revela en su Palabra. Juan 5:39. Las Escrituras dan testimonio de mí.
Y en esta semana santa, sacrificio de Cristo nos recuerda que el precio de nuestro rescate fue pagado. “Consumado es”
Muchos hijos de Dios siguen sin conocer a su Padre como corresponde.
Dios está llamando esta generación a buscar su rostro, a conocerlo.
Si todavía no ha entregado su vida a Jesús, si no conoce a Dios ¿por qué esperar más? Tome la decisión más importante de su vida; haga conmigo esta oración:
Querido Dios, reconozco que te necesito, no entiendo muchas cosas.
Pero te agradezco que hayas enviado a tu hijo Jesús para pagar el precio por todos mis pecados, a través de su sacrificio en la cruz.
Te entrego todas mis dudas, mis temores y mis cargas. Necesito tu perdón y tu paz.
Recibo a Jesús como mi Señor y mi Salvador.
Quiero recibir el regalo de la vida eterna. Quiero ser un hijo de Dios
Gracias por amarme desde antes de nacer, por caminar siempre a mi lado y gracias por esperar pacientemente que tomara esta decisión.
Quiero aprender a confiar en ti, deseo saber para qué me permitiste nacer en este mundo, quiero que se cumpla en mí, el propósito para el cual me has creado.
Hago esta oración en el Nombre de tu Hijo Jesús, amén.
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