El sitio, escenario de uno de los episodios más dolorosos de la historia reciente del Paraguay, renace hoy bajo un nuevo nombre —colonia San Óscar Romero— como un signo de reparación, esperanza y compromiso con la justicia social.
El acto representa la reivindicación del campesinado paraguayo y la concreción de una deuda moral y social largamente postergada. Trece años después de la tragedia de 2012, en la que perdieron la vida 17 paraguayos —campesinos y policías—, el Estado reconoce finalmente el derecho legítimo de las familias a vivir, trabajar y desarrollarse en paz sobre la tierra que reclamaron durante décadas.

“No hay imposibles para el que tiene fe”, expresó el presidente Peña, quien pidió “la sabiduría de Dios para poder ayudar a todo el pueblo paraguayo, principalmente al más humilde, al campesino, al trabajador, a nuestros abuelos, abuelas y niños”.
El mandatario destacó el valor de la unidad institucional que permitió alcanzar este resultado. “En estos dos años y meses pudimos conformar un grupo de hombres y mujeres que, a pesar de todo, hemos podido encontrar un camino para resolver los problemas”, afirmó, subrayando que este logro “es muestra de lo que puede alcanzarse cuando la voluntad política y la fe en el país se imponen sobre los obstáculos”.
UNA GESTIÓN QUE SIEMBRA ARRAIGO Y DESARROLLO RURAL
El proceso de regularización de Marina Cué fue liderado por el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT), en articulación con el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES), formalizando en 2024 la transferencia del inmueble a las familias.

La iniciativa se integró a una estrategia más amplia de desarrollo rural que abarca infraestructura, energía eléctrica, acceso a agua potable, educación técnica y acompañamiento productivo, con el propósito de fortalecer el arraigo y ofrecer condiciones dignas de vida en el campo.
“El camino del conflicto y la confrontación no puede llevar a una mejor solución que la que se está logrando en paz”, destacó el presidente del INDERT, Francisco Ruiz Díaz, quien subrayó que “el verdadero liderazgo nace del perdón y del diálogo”.
El trabajo conjunto con instituciones como el BNF, el SNPP y la WWF refuerza una visión de desarrollo sustentable, donde la educación financiera, la capacitación técnica y la producción sostenible se convierten en pilares del futuro campesino.
LA MEMORIA COMO CIMIENTO DE LA RECONCILIACIÓN
El dirigente Justino Vera, representante de 42 organizaciones campesinas de seis departamentos, rindió homenaje a las víctimas del 2012 y expresó con emoción: “No hay diferencias entre los fallecidos campesinos y policías; decir campesinos y policías es decir la misma cosa”.
Sus palabras resonaron como un eco de reconciliación nacional. “Este día no es la fiesta de Marina Cué, es la fiesta del país”, afirmó, recordando que el dolor compartido puede transformarse en semilla de paz y justicia.

El caso de Marina Cué, que fue seguido por organismos nacionales e internacionales —incluyendo la Nunciatura Apostólica y entidades de derechos humanos—, encuentra ahora un cierre histórico en la entrega de títulos que devuelven dignidad y pertenencia.
Bajo el liderazgo del presidente Santiago Peña, el Estado paraguayo transforma el conflicto en desarrollo, el dolor en esperanza y la memoria en futuro. Marina Cué, hoy San Óscar Romero, se levanta como símbolo de reconciliación y nueva oportunidad para el Paraguay profundo.














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