La Iglesia Católica tiene nuevo pontífice. Se trata de Robert Francis Prevost, un estadounidense de 69 años, nativo de Chicago, quien fue elegido como el Papa número 267 y adoptó el nombre de León XIV. La elección se realizó tras el cónclave convocado tras la muerte del Papa Francisco, el pasado 21 de abril, luego de 12 años de un pontificado marcado por la cercanía con los pobres, los migrantes y la reforma de estructuras eclesiásticas.
Prevost ejercía hasta ahora como prefecto del Dicasterio para los Obispos, una de las estructuras más influyentes de la Curia Romana, encargada de seleccionar a los obispos en todo el mundo. También presidía la Pontificia Comisión para América Latina, un rol que reflejaba su profundo vínculo con la región.
Antes de ocupar altos cargos en el Vaticano, Prevost desarrolló un intenso trabajo misionero en Perú, donde fue arzobispo y obispo emérito de la diócesis de Chiclayo, en el norte del país andino. Su experiencia pastoral en América Latina y su compromiso con las comunidades más vulnerables fueron claves en su perfil como sucesor de Francisco.
El nombre elegido, León XIV, remite a una tradición papal cargada de simbolismo. El último Papa con ese nombre fue León XIII, conocido por su encíclica “Rerum Novarum”, que marcó el inicio de la doctrina social de la Iglesia.
La elección de Prevost representa un giro histórico ya que es el primer Papa nacido en Estados Unidos y una figura que combina el conocimiento profundo de la Iglesia global con una marcada sensibilidad por los desafíos sociales contemporáneos.
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