Cierto día, estaba con unos amigos paraguayos en Buenos Aires, y quería llevarlos a que conozcan el obelisco. Me sentía incómodo al manejar en el tránsito de la ciudad, estaba desacostumbrado y a la vez me encontré con tantos cambios que era como conducir en una ciudad desconocida. Pero, ¿saben qué?, mi orgullo no me dejaba admitir que estaba perdido, dimos varias vueltas por la misma zona, hasta que uno de mis amigos se dio cuenta que, en realidad, no sabía bien donde estábamos, ni como llegar. Ese día el orgullo, me hizo perder tiempo y combustible.
Los enemigos del aprendizaje son los obstáculos que se asoman para detenernos en nuestro camino de aprendiz. Son barreras que aparecen en la brecha.
Veamos algunos de ellos:1. El famoso “yo sé todo”.
Es la incapacidad de admitir ignorancia. La profesora termina de explicar y pregunta: ¿hay alguna duda? El silencio se apodera de la mayoría de los estudiantes, ya que no queremos que los demás nos vean como alguien que no sabe. En muchas ocasiones confundimos el saber con tener respuestas, y nos cuesta mucho reconocerlo. ¿Por qué será que nos cuesta tanto reconocer que no sabemos? “Todos somos ignorantes, pero no todos ignoramos las mismas cosas” -Albert Einstein.2. No reconozco autoridad.
Este enemigo se presenta ante adultos y ante jóvenes.
A los mayores, por ejemplo, nos cuesta aprender de los más jóvenes.Nos cuesta aceptar que alguien con menos edad nos enseñe, le restamos autoridad y nos perdemos grandes oportunidades. Tal vez es tu caso, tienes un jefe con veinte años menos y eso te molesta e impide que aprendas de él. Este enemigo también se presenta ante los jóvenes. Principalmente con los millenials, de 18 y 36 años aproximadamente, y los nativos digitales, que nacieron después del año 2000, ellos tuvieron acceso a la información incluso sin la necesidad de figuras de autoridad tradicional.
Las generaciones anteriores a los millenials, cada vez que querían aprender algo, acudían a los que tenían la autoridad formal: sus padres, profesores, abuelos, instructores, docentes en general.
Con la llegada de la tecnología, los jóvenes o adolescentes, cuando precisan saber algo, acuden a internet; a tutoriales de YouTube, blogs especializados, reviews, o páginas que ofrecen una infinidad de información. No buscan personas que portan autoridad, sino que se dirigen directa y de forma instantánea a google. La juventud de hoy, no otorga autoridad.3. No tengo tiempo.
Con frecuencia las personas consideran que no tienen tiempo para capacitarse. La gran mayoría de los gerentes, directivos, jefes de área, socios de pymes, suelen decir: “necesito capacitarme, pero no tengo tiempo”. Esto lo he escuchado muchas veces, en mi trabajo de coaching en empresas. Y paradójicamente, estas personas que alegan no tener tiempo, son las que más necesitan capacitarse.
¿Por qué no tienen tiempo? Porque el tamaño de los desafíos que están enfrentando, son mayores al tamaño de sus propias capacidades ya desarrolladas. Están enfrentando desafíos que los superan, por eso es que están tapados, están sumergidos en tareas que los sobrepasan.4. No puedo aprender dado quien soy.
Yo soy el jefe, ¿Cómo voy a aprender?, si lo sé todo. Los roles esperados, pueden limitar a las personas en su aprendizaje. A los padres nos cuesta aprender de nuestros hijos, ya que se espera que el padre enseñe a su hijo. Se espera que los propietarios de empresas lo sepan todo. Si logramos superar esto, hay un mundo de aprendizaje por delante. Superemos los estereotipos, no dejemos que nuestro rol, limìte nuestro aprendizaje.
En otros casos se manifiesta bajo esta frase: “Yo no sirvo para esto”, “es muy complicado para mí”, aludiendo a cualidades del ser.5. No reconozco lo nuevo como nuevo.
¡Ah…! eso yo ya sabía. Este pensamiento nos bloquea y nos estanca en la mediocridad.
Aferrados a lo que ya sabemos, nos cerramos a nuevos aprendizajes. 6. Quiero tener claro todo de forma instantánea.
Cuando no se respeta el proceso, el aprendizaje no florece. Hay que tener paciencia, para sostener las preguntas. Si queremos tener todo claro todo el tiempo, perdemos lo importante. El querer aprender todo ya, y no tolerar la frustración de no poder aplicar lo aprendido inmediatamente, limita el proceso.
Este enemigo del aprendizaje, va de la mano con la ansiedad y el deseo de control.7. Tengo miedo al ridículo.
Un error no implica un fracaso, no significa el fin, no es la conclusión de una carrera o un trabajo. En muchos casos, los errores sirvieron como plataforma para grandes éxitos. Los errores pueden ser buenos maestros, mientras no nos desanimen y anulen nuestra iniciativa de intentar de nuevo.
Perder el miedo al error, nos ayuda a practicar un idioma, hablar en público, empezar una carrera, iniciar una conversación, solicitar ayuda. Asumir anticipadamente que vamos a equivocarnos, y tomarlos como parte esencial del proceso, es un adelanto del que ganaremos mucho. Algunos no se animan a aprender algo nuevo por miedo al ridículo, y eligen permanecer como están, en lugar de transformarse.
Si te identificas con algo de esto, quizá sea hora de repensar lo que estás haciendo.
Dios no te planeo para que vivieras una vida sin aprendizaje.
Sé responsable de tu aprendizaje y desarrollo personal.
Identifica áreas de tu vida en las que necesitas aprender.
Dedica tiempo cada semana para aprender.
Aprende, porque como escribe Alberto Levy:
“en lo que hace a la necesidad de cambiar, cada vez es más tarde, más temprano”.
No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto. Romanos 12:2 DHH
Por: Omar Parma, Pastor Principal de la Iglesia Raíces Hermanos Menonitas.
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