Su título, obtenido en una reconocida casa de estudios de Asunción, llegó acompañado de una tesis profundamente vinculada a su identidad: “Encuadre constitucional sobre los derechos del pueblo Ayoreo Totobiegosode en aislamiento voluntario en Paraguay”, un trabajo que refleja las luchas, silencios y desafíos de uno de los pueblos originarios más vulnerables del país. Con este paso, Tagüide no solo abre puertas académicas, sino también caminos legales para la defensa de los derechos de los Ayoreo, especialmente de los que aún viven en aislamiento voluntario.
Él mismo relató su lucha y perseverancia en un texto íntimo titulado “Niño descalzo, experiencias de vida”, en el que recordó su infancia dura pero llena de determinación.
“Nunca podré olvidar cuando, de niño, iba a la escuela descalzo… sí, descalzo en pleno invierno y con hambre día por medio”, escribió. Las carencias eran parte de la rutina: a veces llevaba apenas “dos galletas secas” como merienda, que igual compartía con sus compañeros.
“Sé lo que significa caminar sin zapatos, ya sea con frío o calor, en el Chaco. Saber lo que es tener sed y hambre”, expresó, una frase que condensa las adversidades que moldearon su carácter.
Un logro que abre caminos
Hoy, Tagüide Picanerai Etacore se levanta como un referente para su pueblo. Para los Ayoreo Totobiegosode, históricamente marcados por el despojo, la invisibilización y la lucha por sus tierras, su figura representa un puente entre dos mundos: el académico y el comunitario, el legal y el ancestral.
Tagüide demuestra que los sueños nacidos en las condiciones más adversas pueden llegar lejos. Y que un niño descalzo del Chaco, que un día caminó con hambre y frío, hoy puede caminar con toga y título, llevando con él la voz de todo un pueblo.














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