Ante las problemáticas visibles que involucran e intentan quebrantar a esta célula vital de la sociedad, se ha generado una iniciativa que merece ser evaluada con detenimiento, considerando a la familia como la base de todo progreso antes que cualquier aspecto y como un principio inquebrantable estipulada inclusive en la Carta Magna del Paraguay, la posibilidad de instalar un nuevo ente, una institución que vele por los derechos integrales de esta población afectada por tantos flagelos, hoy con mayor acentuación.
La puesta de un Ministerio de la Familia es razonable y hasta justo, porque busca incentivar la defensa férrea de los valores que actualmente quieren ser sobrepasados por influencias ajenas a las nuestras, intereses que solo podrán ser combatidos si es que se establece una unidad entre carteras que guardan gran relevancia para el bienestar de todos los sectores de la sociedad, como el de: la niñez, mujer, juventud y adulto mayor, para la promoción del bienestar y desarrollo integral de los mismos.
Este argumento se sustenta, en que, primeramente, el Ministerio de la Familia en alianza con el Ministerio de la Niñez y Adolescencia, lograría garantizar la protección y promoción de los derechos de los niños y niñas en todas sus etapas de desarrollo, erradicando problemáticas como la violencia y el abuso infantil. A la par de certificar la educación y el acceso a servicios de calidad.
Por otra parte, el Ministerio de la Mujer junto con el Ministerio de la Familia, lograría reafirmar el compromiso de tantas madres vulnerables a todas las formas de violencia y menoscabas en sus derechos en algunos casos puntuales, respaldando su plena participación en la toma de decisiones y libre ejercicio de sus derechos en todo sentido.
La juventud, es uno de los sectores que mayores embates sufre a consecuencia de las diversas problemáticas sociales tan atenuadas en estos tiempos como la adicción a las drogas, un flagelo que merece recibir de manera urgente una respuesta, al igual, que la deserción universitaria, el desempleo juvenil, y otras tantas aristas que inciden en el desarrollo de esta población, estas acciones que solo podrán ser encaminadas si la familia se involucra plenamente con las dependencias a cargo.
Otro sector, no menos importante, es el de los adultos mayores, una población verdaderamente expuesta a las precariedades de los sistemas y en muchos de los casos, al abandono del país. El Ministerio de la Familia podría aportar incluyendo alternativas específicas para el cuidado y atención de las personas de la tercera edad, cubriendo todo tipo de necesidades que éstos pudieran precisar e intercediendo por ellos, en situaciones de abandono, maltrato y discriminación.
En conclusión, el involucramiento del Ministerio de la Familia no amerita quedar en una simple tentativa sino una ejecución innegociable, ya que se encuentra en juego no solo el futuro del país, sino el pilar más sólido que tiene nuestra Nación, la familia, un recurso inapelable dotado de valores y principios que seguirán construyendo y con mayor razón, luego de la instalación del nuevo ente y con la designación de un actor clave firme defensor de los intereses de esta instancia, cimientos que harán del Paraguay inquebrantable, aún habiendo amenazas externas al acecho.
Por Juan Cruz Cellammare
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