Antes de entrar en las explicaciones acerca el operativo policial de la manifestación, el ministro del Interior, Dr. Enrique Riera Escudero, tomó la palabra para responder a críticas opositoras y terminó trazando un diagnóstico profundo sobre la realidad política del Paraguay posterior a la caída del stronismo.
Con tono firme y respaldado en ejemplos concretos, Riera sostuvo que la llamada “transición democrática” estuvo marcada por un Congreso Nacional controlado por fuerzas opositoras, que, lejos de contribuir a la estabilidad, utilizaron ese poder para obstaculizar la gobernabilidad y tumbar gobiernos elegidos por el pueblo.
“Desde 1989 en adelante, el Congreso Nacional fue controlado por la oposición, hasta que llegó este gobierno. La última vez que el coloradismo tuvo mayoría fue en 1998, cuando obtuvimos el 54%. Pero esa mayoría duró poco, porque nos aliamos con la oposición y, en apenas ocho meses, tumbaron el gobierno de Cubas, que terminó en sangre, en el Marzo Paraguayo”, recordó el ministro.
TREINTA AÑOS DE BLOQUEO Y DESGASTE
Riera afirmó que, durante los últimos 35 años de democracia, la oposición dominó las cámaras legislativas, imponiendo un juego de poder destinado a “asfixiar” a los ejecutivos colorados e impedir el desarrollo de políticas públicas sostenibles. “Esta es apenas la segunda vez en 35 años de transición democrática que el Partido Colorado tiene mayoría. El resto del tiempo, la oposición manejó el Congreso”, subrayó.
El ministro repasó episodios de alianzas coyunturales que, a su juicio, fueron determinantes para debilitar la institucionalidad. “En el primer acto del Congreso de 1999 se modificó el reglamento interno para partir las bancadas. El «llanismo» (encabezado por ex presidente del PLRA y ex senador Blas Llano), el Encuentro Nacional y los liberales se aliaron, y en ocho meses tumbaron a Cubas”, recordó, apuntando directamente a los responsables políticos del “Marzo Paraguayo” (1999), que dejó una huella trágica en la historia reciente.

“GOBIERNOS QUE SE CAEN, PROYECTOS QUE NO AVANZAN”
Riera sostuvo que, tras la caída del stronismo, Paraguay tuvo oportunidades de consolidar una democracia madura, pero que fueron desaprovechadas por una oposición más interesada en “el cálculo político y la confrontación” que en el bien común. “Durante tres décadas, cada intento de gobernabilidad fue saboteado desde el Congreso. Y cuando no pudieron tumbar al presidente, bloquearon sus programas”, remarcó.
El ministro también acusó a sectores de izquierda y liberales de mantener una actitud “inconsecuente”, alternando entre el discurso social y las alianzas con grupos de poder. “El gobierno anterior transó con el Frente Guasu. ¿O por qué creen que Víctor Ríos (siendo senador liberal) es ministro de la Corte? ¿Por qué perdimos la mayoría en el Tribunal Superior de Justicia Electoral?”, cuestionó.
Asimismo, criticó la incoherencia de algunos dirigentes que hoy se presentan como defensores de los derechos sociales, pero que en el pasado —dijo— encabezaron actos de represión o avalaron invasiones ilegales. “Tengo dos años de gestión sin romper una sola cabeza, y hablando hasta con las piedras. Mi misión es clara: la pobreza no se reprime, se resuelve”, subrayó Riera.
“EL COLORADISMO NO ES STRONISMO”
En otro tramo de su intervención, el ministro reivindicó la identidad democrática del Partido Colorado y buscó despegarlo de la dictadura stronista. “Este es un gobierno colorado, y el coloradismo no es stronismo”, enfatizó. Recordó que su padre (Enrique Riera) fue un defensor del orden y que su familia sufrió el exilio durante la dictadura, pero que nunca renunció a sus convicciones democráticas. “Para que el stronismo se consolidara durante la Guerra Fría, lo primero que hizo fue someter al sector democrático del Partido Colorado”, explicó.
También destacó que fue una mayoría colorada la que impulsó en 1992 la Constitución Nacional vigente, “la más democrática de nuestra historia”, subrayó. “Gracias a eso hoy podemos hablar libremente”, acotó.

UNA CRÍTICA AL DISCURSO DEL RESENTIMIENTO
Riera dedicó parte de su discurso a cuestionar la nueva narrativa política basada en la autopercepción de “marginación”. “Ya no se trata de lo que es, sino de cómo se siente cada uno”, ironizó, al señalar que muchos dirigentes se escudan en el victimismo para justificar fracasos políticos.
“Algunos se creen marginados de un grupo que explota al Paraguay. Se habla de corrupción y marginación, pero no se dan cuenta de que están hablando con alguien de 66 años, con experiencia, que puede explicar muchas cosas con respeto”, señaló.
El ministro apeló a una visión de país donde todas las fuerzas puedan convivir bajo reglas claras. “En Paraguay hay lugar para todos. Estamos creciendo, hay que repartir mejor y combatir la corrupción. Tenemos que exigir que la Justicia actúe por igual para todos”, expresó.
UN CIERRE POLÍTICO Y PERSONAL
Antes de concluir, Riera defendió su actuación ante las manifestaciones recientes y respondió directamente a las acusaciones de represión: “No vi ni una cabeza rota. El Mecanismo de Prevención de la Tortura habló de ‘lesiones salvajes’, pero eran simples escoriaciones. Hay que aprender a distinguir entre hechos reales y relatos políticos”, afirmó.
Al referirse a los actos de represión justificados durante el gobierno de Fernando Lugo-Federico Franco (siendo ministro del Interior Carlos y Rafael Filizzola, este último hoy senador) También dirigió un mensaje a sus detractores: “El que dice lo que no debe, escucha lo que no quiere. Cuando uno habla, no debe tener techo de vidrio. Yo tengo dos años de gestión sin una sola represión violenta. Quienes me acusan fueron protagonistas de verdaderas represiones brutales”.
Finalmente, Riera volvió sobre su idea central: que el país necesita menos confrontación y más cooperación. “No podemos pasarnos la vida persiguiendo gobiernos y quejándonos sin proponer nada. ¿No les gusta el programa Hambre Cero? Fantástico, propongan otro”, desafió.
Con su intervención, el ministro no solo respondió a sus críticos, sino que reavivó el debate sobre el papel histórico de la oposición en el Congreso y su responsabilidad en los años de inestabilidad política que marcaron la transición democrática del Paraguay.














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