Sobre el punto, afirmó que aquellos que tienen una familia con muchos ancianos en la casa, obviamente experimentan costos superiores en medicina, por ejemplo, y esa Canasta Familiar promedio no mide las características de cada núcleo familiar, de modo que muchas veces los promedios son también engañosos.
No obstante, Fernández reconoció que la economía paraguaya sigue siendo “muy desigualitaria”, y que los países de América Latina, en general, son muy distintos a los de Asia o Europa occidental en materia ingresos, con lo cual no todos (los habitantes) pueden disfrutar de un crecimiento, que tiene un efecto de largo plazo.
GRANDES OBRAS DE INFRAESTRUCTURA
Sin embargo, señaló que con las grandes obras de infraestructura que se hicieron en Paraguay en estos últimos años, que también generó cierto endeudamiento, se pudo modernizar carreteras, puertos, la construcción de la Ruta Bioceánica, que conecta Paraguay con mercados internacionales; el nuevo puente (que une Asunción con Chaco’i), ha movilizado mucho la economía nacional.
Dijo asimismo, por otro lado, se pueden observar la instalación de nuevas industrias manufactureras, maquilas que van creciendo; la banca que está consolidada, ya sin ninguna crisis financiera que registraban años atrás.
EL DESCONTENTO: BUEN SÍNTOMA
El profesional aclaró, igualmente, que el “descontento” muchas veces también es síntoma del crecimiento de la clase media, que cuando crece tiene mayores aspiraciones.
En ese sentido, recordó que hace años atrás no tenía acceso, por ejemplo, al crédito para la vivienda, que con la creación de la AFD (Agencia Financiera de Desarrollo) permitió que miles de familias hoy tengan acceso a un crédito habitacional. “Pero todo eso, obviamente, son crecimientos o mejoras paulatinas que en el corto plazo son muy poco perceptibles”, subrayó.
PRESIÓN TRIBUTARIA
En este mismo contexto, Julio Fernández manifestó que Paraguay también tiene una deficiente presencia del Estado en materia fiscal, con una presión tributaria de apenas 10 a 11. “Esa presión tributaria, comparada con un país europeo, es casi una ausencia del Estado. En países europeos esa presión oscila entre 30% y 50 %.
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