El Dr. Víctor Pavón explicó que el salario mínimo, que es el pago que se realiza a un trabajador formal en el Paraguay, está relacionado a una estipulación que se establece por decreto del Poder Ejecutivo, y de esa manera se va modificando lo que se llama el “salario mínimo legal obligatorio”. “El problema es que, en realidad, es una expresión de un precio que no condice con el mercado; y al no coincidir con el mercado, no beneficia al trabajador”, expresó.
Añadió que aquellos que hablan mucho de “beneficiar a la gente”, que hablan mucho a favor del trabajador, que dicen que hay que hacer algo por los más necesitados, en realidad terminan siendo verdugos del sector al cual “defienden”. “Y para demostrar esto hay que ir a los datos. ¿Cuántas personas, en primer lugar, son beneficiadas por el salario mínimo? Apenas dos trabajadores de cada diez; es decir, aproximadamente el 23%. El resto, el 80%, son perjudicados”, aseveró.
Preguntado cómo efectivamente se da ese perjuicio, Pavón contestó: “Cuanto más se eleva el costo de contratación —es decir, el salario mínimo—, también se incrementa el aporte obrero patronal, tanto del trabajador como del empleador. Así, más personas quedan o van directamente a la informalidad y al desempleo. En consecuencia, lo que parece ser beneficioso para unos pocos, en realidad se convierte en un perjuicio para todos”.
Sobre el punto, añadió que, incluso aquellos que ganan un poco más, muy pronto también ven mermados sus ingresos, porque al cabo de dos o tres meses -como máximo-, se produce una reducción drástica de esos ingresos, porque el aumento no se debió al mercado, ni a la productividad, ni al esfuerzo, ni al trabajo de la gente. “Como esto no surge de la libre contratación, todos los demás precios comienzan a incrementarse, y lo que se ganó, luego se pierde”, remarcó.
Agregó que es un “círculo vicioso” donde, lamentablemente, unos pocos aparentemente se benefician durante dos o tres meses —“a veces ni eso”—, pero pronto la canasta familiar se incrementa, y así se produce una gran injusticia. “Especialmente en un país como el nuestro, que es un país de gente joven”, insistió.
DESBARATAR LA CANTINELA
Preguntado qué es lo que hay que hacer, entonces, el analista manifestó: “Hay que desbaratar, terminar de una vez por todas con esta cantinela, con este grave daño que se hace a la gente a través del salario mínimo obligatorio. Y establecer pactos voluntarios, acuerdos voluntarios, que en el fondo es lo que la gente hace para seguir teniendo sus ingresos. Porque yo te puedo asegurar que mucha gente que gana más del salario mínimo, establece sus acuerdos salariales mediante tratos voluntarios con quienes van a estar trabajando”.
Sin embargo, -acotó- hoy aproximadamente 100.000 jóvenes que ingresan al mercado laboral no tienen ni preparación, ni experiencia, ni destreza, y de esa manera son truncados por este “sistema perverso de mercado laboral” que produce desempleo e informalidad.
“En consecuencia, -dijo- tenemos que tomar el toro por las astas. Y eso solo se puede hacer derogando el Código Laboral. Este código fue hecho para beneficiar a quienes están en el sector formal —y ni siquiera tanto—, y en realidad perjudica a todo el Paraguay; porque, al no haber acuerdos voluntarios libres entre las partes, lo que tenemos es una violación directa a la Constitución Nacional, que habla de la libre concurrencia, por la cual toda persona tiene derecho a trabajar y a percibir el ingreso correspondiente de acuerdo a su capacidad, no a lo que el Estado dice”, enfatizó.
EFECTO SOBRE LAS MIPYMES
Consultado sobre el impacto sobre las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes) formalizadas, el Dr. Pavón señaló “ese es un ejemplo claro”. Especialmente con las pequeñas y medianas empresas, que son la mayoría en Paraguay —prácticamente el 90%— y que son las que contratan mano de obra. “El aumento del salario mínimo les acarrea un problema de rentabilidad en sus negocios. Como el costo laboral se incrementa, este aumento tiene una incidencia directa sobre los precios de los productos o servicios que ofrecen en el mercado”, subrayó.
Añadió que el aumento del salario, en este caso, es un costo que el microempresario tiene que trasladar ese nuevo costo al consumidor, “y lógico que lo haga”, porque no va a vender su propio negocio para pagar el costo laboral. “Sería absurdo. Para que su negocio se mantenga, debe trasladar ese costo al precio del producto o servicio, y en consecuencia viene una espiral de aumentos de todos los productos y servicios, haciendo que ese aumento de 100.000 o 150.000 guaraníes se vuelva totalmente ineficiente”, aseguró.














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