Adolfo Trotte: del descontrol a un cambio radical de vida.

El programa Libre tras las Rejas con el lema “Todo ser humano es mayor que su error” visitó la penitenciaria de la ciudad de Coronel Oviedo, donde se encuentra recluido en el pabellón de la Asociación de Protección y Asistencia al Condenado (APAC) el ex barrabrava de club Olimpia, Adolfo Trotte, quien ha pasado de una vida desordenada, vacía y de vicios, a un renuevo en alma, espíritu y corazón.

Adolfo Trotte: del descontrol a un cambio radical de vida.

Adolfo Trotte con 51 años de edad, condenado a 40 años de prisión, y quien hace aproximadamente 10 años y 8 meses se encuentra cumpliendo su juicio, durante su vida tras rejas pasó momentos difíciles, donde reconoció que ha llevado una vida desordenada, desenfrenada desde muy joven, formó parte de la barrabrava del club Olimpia a corta edad, y desempeño el rol de líder de barra durante 20 años, así mismo mencionó que durante todo ese trayecto se había rodeado de vicios.

“Realmente mi vida fue muy desordenada, me di a las drogas desde muy joven, me di al alcohol, también era alcohólico, hasta fruto de todo aquel desenfreno fue este el lugar a donde vine a parar y después de haber cometido el peor error de toda mi vida, que el de quitarle la vida a la madre de mis hijos, vine a la cárcel y aquí estoy cumpliendo una condena de 40 años, hace 10 años y 8 meses mi vida en realidad había dejado de tener sentido, una vez que pasé a estar en la cárcel y más aun teniendo en cuenta la alta condena que me dieron” expresó Adolfo Trotte.

En un momento donde los vicios han ganado la batalla contra su humanidad, donde no tenía absolutamente nada y su diario vivir eran las drogas, Trotte encontró solo dos opciones, la primera: seguir hundiéndose en los vicios y dejar la tierra de esa manera, y la segunda en su peor momento decidir aferrarse a Dios buscando un refugio, un abrazo, un cambio de vida.

El ex líder de la barrabrava ha comentado: “Cometí el peor error de mi vida al hacer lo que hice en la madrugada del 3 de julio del año 2011, al quitarle la vida a la madre de mis hijos” también añadió que “Aprovecho esta oportunidad que Dios da para reivindicar su nombre, porque ella realmente fue una gran mujer, fue una gran madre, una gran esposa, y el desliz o error que cometió fue fruto de mi desenfreno, yo la fui impulsando a ella a que tomará  ese camino del alcohol, luego las drogas y finalmente la infidelidad la cual ella tuvo que soportar de mi parte 22 años, fue una esposa excepcional, una gran madre que no merecía ese final”

En medio del caos y una alta condena, ha llegado una luz a la vida de Trotte, su hermano Cristhian Alejandro Trotte Haitter, quien ha sido su apoyo, motivación y figura terrenal del cambio que tuvo Adolfo.

“Yo veía la búsqueda incesante por parte de él, por buscar a Dios cada día mas, y eso me inspiró, eso me motivo, él me predicaba, me hablaba de Cristo, y un día después de drogarme durante 8 días sin comer ni tomar nada durante ese tiempo, solamente tenía dos opciones, era preparar una línea más de cocaína y partir a la condenación, el castigo eterno, en donde estoy seguro que satanás me estaba esperando con un rincón vip, como uno de sus mejores soldados acá en Paraguay, o la siguiente era aferrarme a Dios con todas las fuerzas de mi corazón para que él cambie mi vida” mencionó Trotte.      

Hemos observado el impacto que ha tenido su testimonio de vida al exponer que ha decidido comenzar de nuevo, transformación que a muchos no convence por los antecedentes de su pasado, pero que para él son suficientes para volver a empezar de nuevo y estar libre tras las rejas.

Pero, ¿Quién es el hombre para juzgar desmedidamente? No somos jueces de la vida de nadie, y no tenemos el derecho de condenarlo a causa de sus acciones. “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes. ¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo?” Mateo 7: 1-3.

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