El asesinato de John F. Kennedy, trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, fue un magnicidio ocurrido el viernes 22 de noviembre de 1963, en Dallas (Texas, Estados Unidos) a las 12:30 p.m., según los datos históricos. Fue mortalmente herido por disparos mientras circulaba en el coche presidencial en la plaza Dealey, siendo el cuarto Presidente de EE.UU. asesinado en el cargo (anteriormente fueron asesinados Abraham Lincoln, James A. Garfield y William McKinley), y el octavo y último en morir en el cargo.
Sobre la desclasificación de los archivos, ocurridos este martes (más de seis décadas después del hecho), el colega Pablo Valdez sostiene en su cuenta de X que, si bien hay datos que ya no afectarán el presente, sí confirma la manipulación de la que son capaces las élites para ocultar un complot. “Aquella vez fue el asesinato de su propio Presidente y hoy puede ser para fabricar crisis, justificar golpes o guerras, o una epidemia; da igual”, expresa.
Dice que Trump “fue valiente” al cumplir esta promesa de campaña, a riesgo de que esta revelación tenga como primera consecuencia su propia seguridad y socavar la ya debilitada “autoridad moral” de los EE.UU. ante su propio pueblo. “Pero, a la vez, el fruto de esta verdad hará que mucha gente abra los ojos y admita que fue manipulada”, destaca.
Valdez señala que los archivos sobre el magnicidio de Kennedy dejan al desnudo el progresivo secuestro de la democracia para fines de una élite que controla los centros de poder, los medios de comunicación y la cultura. “Por esto es que nos combaten tanto los asalariados del esquema. Su imperio se sostiene sobre mentiras”, manifiesta.
Añade que llevará mucho tiempo digerir y analizar lo que vaya saliendo a la luz, y que será imposible disociarlo de las actuales estructuras que gobiernan y pretenden guiar nuestras vidas. Acota que de lo que va leyendo no le sorprende nada, “pero igual me provoca escalofríos ¡de lo que son capaces!”
El periodista opina que “los herederos” de aquel poder que mató a Kennedy “son mil veces más poderosos hoy”. “Difaman, cancelan, persiguen, arruinan vidas de todo el que se interponga. Medios de comunicación y muchos líderes son partícipes necesarios de esta cacería voraz contra los que no se les someten”, arremete.
Sentencia asimismo que uno termina entendiendo que sin un tipo rudo y temerario como Trump jamás hubiéramos tenido la oportunidad de probar fácticamente que la maquinaria propagandística que inocula las creencias modernas no fue más que otro de los grandes actos de “totalitarismo maquillado de buenismo”.
“Dicho lo anterior, de todos modos no soy optimista. Pienso que culturalmente los malvados han logrado lavar el cerebro de la cantidad suficiente de gente como para seguir adelante con sus planes. Trump es un accidente nomás, que retrasa sus tiempos. Por esto se omiten las verdades”, subraya, entre otras cosas.
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