Las encuestas estuvieron muy cerca del resultado electoral, sobre todo en relación al socialismo. En cambio, si bien se presumía que el PP quedaría en segundo lugar, se esperaba que alcance por lo menos 90 escaños (ellos esperaban 100), pero apenas logró 66, muy lejos de los 137 que tiene en la actual legislatura del Congreso.
Ciudadanos, que bajo el liderazgo de Albert Rivera jugó a barrer el PP como partido hegemónico del bloque de la derecha logró su objetivo, y está en los 57 escaños, superando los 36 que tiene actualmente. Podemos, en cambio, bajó a 35, cuando había llegado a 67 en las elecciones de 2016.
Por su parte, Vox no tenía escaños y ahora tiene 23, lo que significa un salto descomunal en materia de representatividad política. Pero como en ese joven partido se esperaba entre 40 y 70 escaños, y hasta había quienes hablaban de 90, un número como el obtenido parece demasiado poco para que pueda ser considerado un éxito.
Así, lo primero que es posible concluir es que Pedro Sánchez logró su tercer milagro. En medio del desbande que le provocó el surgimiento de los indignados de Podemos, que tuvo al socialismo fuera del poder por 8 años, se hizo de la secretaría general del partido con mínimo respaldo interno. Y, hace 10 meses, impulsó una inédita moción de censura con la que se hizo del gobierno, lo que le permitió reunir la fuerza necesaria para posicionarse de cara a estas elecciones.
Ahora habrá que ver cómo forma gobierno el PSOE. Entre los constitucionalistas existe el temor de que una nueva coalición con el independentismo reavive la vocación separatista que dañó el pacto español de 1978 y ponga en riesgo la unidad de España.
Como sea, habrá que esperar todavía unos días, tal vez unas semanas, hasta que Sánchez organice su coalición y ponga a España en línea con un presente complejo, para los que su población está ultracapacitada. Solo necesita que la dirigencia ignore a los extremos y se consolide en la moderación, que es lo que quiere la mayoría.
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