Si esa misma pregunta se hiciera respecto a Jesucristo, las respuestas serían múltiples y variadas, yendo desde las ciento por ciento correctas hasta las más disparatadas.
Más allá de las razones que pudieran explicar este hecho, el mismo no es nuevo.
En una de las habituales pausas que el Señor hacía para hablar y enseñar a los discípulos, lo vemos preguntándoles: “¿Quién dice la gente que soy?” Y la gente, como ahora, tenía diferentes respuestas —ninguna correcta (Mateo 16.13-20, Marcos 8.27-30, Lucas 9.18-20).
Pero esas respuestas no eran las que más interesaban a Jesús. Él sabía que existían. Lo que sí era importante era la comprensión que Sus discípulos tuvieran respecto a Su identidad, esencia, carácter y misión. Es por eso que les pregunta: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”
Simón Pedro, inspirado por el Padre Celestial, afirma: “Tú eres el Cristo —el Mesías— el Hijo del Dios viviente”.
Ese reconocimiento hace toda la diferencia. Jesús es el Mesías, el Ungido largamente esperado. Es el Hijo de Dios, y es Dios, el único Dios verdadero en contraste con los incontables dioses e ídolos paganos.
Las palabras de Pedro resuenan hasta nuestro día con un eco celestial. Es la verdad que sustenta nuestra fe, ilumina nuestro caminar y nos dirige al hogar celestial.
Es parte del mensaje que todas las personas deben escuchar, que todos los cristianos debemos proclamar, mientras aún sea tiempo.
Es la única respuesta verdadera, la que conduce a la vida, la que debe hacerse oír por sobre el creciente barullo de este mundo perdido y sin esperanza.
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”
Pablo Sánchez, Fundación Jesús Responde al Mundo de Hoy, Ñemby














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