Filadelfia, RCC.- La mala alimentación está generando el desarrollo de enfermedades crónicas a edades cada vez más tempranas. El alto consumo de carbohidratos y bebidas gaseosas, la poca ingestión de frutas y verduras y los bajos niveles de actividad física condicionan un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas.
La alimentación de los jóvenes paraguayos está sustentada en un alto consumo de carbohidratos. La preferencia por este tipo de alimentos puede predisponer al desarrollo de obesidad, hipertensión, diabetes y otras enfermedades crónicas.
Respecto a este punto, la Lic. Catherine Turnes, responsable de la Unidad de Prevención de la Obesidad del Ministerio de Salud Pública, expone que los carbohidratos, también conocidos como hidratos de carbono conforman uno de los principales macronutrientes dentro de la alimentación, junto a las proteínas y las grasas.
Los hidratos de carbono, señala la profesional, constituyen la principal fuente energía para el organismo, por lo que deben ser consumidos en mayor proporción que el resto de los macronutrientes, debiendo aportar entre el 55 al 60 % de las calorías totales diarias. En cuanto a las proteínas, detalla que lo aconsejable en la ingesta de este macronutriente debe de 10 a 15% del valor calórico total, mientras que las grasas no deben superar el 30% de las calorías totales consumidas en el día.
Los hidratos de carbono están presentes en forma natural en muchos alimentos (pan, cereales, pastas, arroz, tubérculos, harinas) y su ingesta es fundamental para el correcto funcionamiento del organismo; sin embargo, en la alimentación actual se tiende al abuso de estos alimentos, especialmente de productos procesados con un alto contenido de azúcar agregada.
Menciona que existen dos tipos de carbohidratos o hidratos de carbono, los simples y los complejos. Los complejos se encuentran en el trigo y sus derivados: panes, cereales. Según explica, se absorben de manera más lenta, proporcionan mayor saciedad y no se eleva muy rápido la glucosa en la sangre, por lo que recomienda consumirlos en mayor proporción en relación a los simples, que son dulces, golosinas, bebidas azucaradas, panes refinados, cereales azucarados, que presentan una función contraria; son de rápida absorción, dan menor saciedad y produce «picos» de azúcar en sangre.
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