En setiembre del 2020, año de inicio de la “Plandemia”, durante la Asamblea Anual de la ONU (realizada en formato virtual) el mandatario paraguayo, al referirse al tema (que no deja dormir a gran parte de sus críticos) destacó “el valor de la Agenda 2030” como una hoja de ruta que debe orientarnos hacia un “mundo más equitativo” para las próximas generaciones.
Sin embargo, analistas como el Dr. César Vidal, aseguran que dicha agenda somete la legislación, la economía y el desarrollo de las distintas naciones a sus criterios, y no solamente compromete a los países a obedecerlas, sino también a financiarla.
En otras palabras, -dice Vidal- aunque teóricamente la Agenda 2030 no afecta la independencia de los países, la realidad es que limita “de manera opresiva” la soberanía nacional.
Defendida, incluso, por estados observadores, como el Vaticano, entre sus metas incluye la ideología de género, el control drástico de la natalidad y la asunción, como verdaderas, de las tesis de los promotores del calentamiento global.
Vidal alerta (en un video difundido en su canal de Youtube, constituye un mecanismo sin precedentes históricos de control mundial.
Entre los 17 propósitos aparecen el fin de la pobreza y el “hambre cero”, junto a la igualdad de género, la reducción de las desigualdades o la acción por el clima.
Según el analista, a diferencia de los Objetivos del Milenio, que estaban dirigido a países en desarrollo y, en particular, a los más pobres, los de la Agenda 2030 se aplicarán a todo el mundo: a países ricos y pobres.
Los seis elementos claves para avanzar la Agenda 2030 son:
- Un nuevo modelo económico que marque, incluso, las pautas de consumo, en especial las relacionadas con la alimentación.
- Un nuevo sistema de pensiones públicas que tenga en cuenta el género.
- Una subida de impuestos encaminada a reducir las desigualdades.
- Avanzar la ideología de género mediante las mejoras de la calidad del espacio democrático.
César Vidal advierte que el contenido de la Agenda 2030 constituye “un claro programa de acción totalitaria” que se aplicará en todo el planeta, erosionando de manera absoluta los sistemas de control democrático y favoreciendo a entidades que funcionan de forma oligárquica.
En ese sentido, alerta que –en primer lugar- la Agenda 2030 va a vaciar de Poder Ejecutivo a los gobiernos, sometiéndolos a una acción mundial que en muchos casos puede resultar “absolutamente perjudiciales” para sus naciones, ya que interferirá en su economía y en sus instituciones.
En segundo lugar, asignará el desarrollo o el atraso de las distintas naciones, siempre, por supuesto, siguiendo las tesis de los “calentólogos” convertidos en dioses que deciden qué naciones avanzan y cuáles se sumen en el atraso.
En tercer lugar, implica un proceso que no revestirá un funcionamiento democrático, sino que implicará el sometimiento de los gobiernos y de las instituciones, y la acción cada vez mayor de unas ONGs oligárquicas que, además, viven de los presupuestos públicos.
En cuarto lugar, implicará el reforzamiento de poderosas oligarquías que se mantendrán sobre la base de los aumentos de impuestos en cada nación.
En quinto lugar, el empobrecimiento de centenares de millones de seres humanos se cubrirá como un avance de la lucha por la igualdad, que se realizará por abajo y que incluirá hasta la alimentación,
Vidal subraya que el proyecto, enmascarado con hermosas palabras, constituye una verdadera amenaza contra la libertad y la prosperidad del globo y significará el final de la democracia real y de las libertades, en beneficio de oligarquías nacionales sometidas a un solo gobierno global.
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