Este es el barrio donde el “Ndajekó” (traducción: Supuestamente…), el “Se sabe”, el “Oje´e” (traducción: Dicen qué…), son los parámetros de validación de la verdad.
Aquí viven felices todavía Jasy Jateré, Pombero, Pora y toda la fauna mitológica paraguaya.
El ya fallecido intelectual paraguayo-menonita, teólogo y profundo analista social, Dr. Alfred Neufeld, lo analizó en su libro “Contra la sagrada resignación”, publicado por El Lector.
Toma como referencia la novela “El grito del Luisón”, del gran periodista Alcibiades González Delvalle, para describir cómo funciona la validación de la verdad por parte del paraguayo.
“En un pequeño pueblito había un abogado llamado Alberto, séptimo hijo de una familia. Este era muy solidario con la causa social de los humildes y oprimidos obreros de una multinacional de la zona. Un día muere a tiro de pistola, en medio de una masa de pobres campesinos, cuyo bien procuraba por medios jurídicos.
La turba era liderada por Doña Petrona, la curandera del pueblo. El cura párroco y don Cabrera, capataz de la empresa, se desentendieron de la tragedia.
El abogado Alberto deseaba implementar el Estado de Derecho con medios estrictamente jurídicos, y eso fue atacado por todos los sectores poblacionales. Ni pobres, ni ricos, victimas o victimarios creen que el Estado de Derecho le beneficiaría a nadie.
Para los más supersticiosos, que era la mayoría, bastaba la información de que el abogado Alberto era séptimo hijo. Esta era la única explicación de las desgracias que sufría el pueblo: Sequías, muerte infantil, decepciones en el amor, entre otros.
Para los representantes de los intereses económicos, dice el Dr. Neufeld, la superstición es un instrumento bienvenido, para deshacerse de personas indeseables.
Así, Ley y Estado de Derecho son diabolizados, y por ende reina la ley del más fuerte, cuya fuerza puede proceder indistintamente de fuentes mágicas, económicas o políticas. La renuncia al Estado de Derecho abre las puertas a una cosmovisión fatalista”.
Esta izquierda anti-vida, anti-familia y anti-Cristo, está convenciendo al paraguayo conservador, que quienes rechazan la mal llamada perspectiva de género, despenalización del aborto y de-generación de los niños, son Luisón.














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