El París Saint-Germain alcanzó la gloria máxima en Múnich con una goleada histórica por 5-0 ante el Inter de Milán, pero detrás de la exhibición colectiva se alza la figura de Luis Enrique, el entrenador que cambió el alma y el rumbo del club. Su llegada a mediados de 2023 representó mucho más que una nueva contratación: fue el inicio de una revolución profunda con un enfoque claro y sin concesiones.
Lejos de las luces que en el pasado iluminaron a figuras como Messi, Neymar o Mbappé, el proyecto tomó un giro radical. Con carta blanca de la directiva y una personalidad firme, Luis Enrique desmontó el viejo modelo basado en nombres para construir un equipo sólido, comprometido y disciplinado.
La transformación fue total: desde los hábitos alimenticios, con herramientas tecnológicas para medir el estado físico de cada jugador, hasta el estilo de juego, basado en la presión alta, la posesión y el dinamismo ofensivo. Y todo eso, acompañado de su inseparable psicólogo Joaquín Valdés, con quien trabaja el aspecto mental y motivacional del vestuario.
Ni siquiera Kylian Mbappé, estrella saliente del club, escapó a su disciplina. Luis Enrique no dudó en sentarlo en varias ocasiones tras anunciar su salida al Real Madrid. Del mismo modo, corrigió con firmeza la indisciplina de Ousmane Dembélé, quien terminó convirtiéndose en pieza clave del esquema al ser reposicionado como falso 9.

El propio Marquinhos, capitán del PSG, destacó su influencia: “No habla únicamente de fútbol, es más que todo eso. Ha trabajado nuestra mentalidad, actitud y motivación. Nos ha mostrado el camino”. Su enfoque no fue únicamente táctico, sino integral, logrando que cada jugador diera su mejor versión al servicio de un objetivo colectivo.
Y ese objetivo se concretó en una noche inolvidable en el Allianz Arena, donde el PSG no solo ganó su primera Liga de Campeones, sino que lo hizo con una autoridad avasalladora. Luis Enrique no solo llevó al club a la cima: redibujó su identidad.














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