Este giro no ocurre de un día para otro, pero en los últimos años se aceleró de manera notable. Según explica al diario digital Mundo Cristiano, el sociólogo brasileño, José Alves, Brasil se encuentra “al borde de un cambio religioso”, impulsado por una fuerte caída del catolicismo tradicional y un crecimiento sostenido del cristianismo evangélico.
Las cifras lo confirman. En 1950, el 93% de los brasileños se identificaba como católico. Durante décadas, la pérdida fue lenta, pero a partir de los años noventa el descenso se volvió abrupto. Desde 1991, la Iglesia Católica comenzó a perder alrededor de un punto porcentual por año, una tendencia que no logró revertirse.
Mientras tanto, el movimiento evangélico, que durante mucho tiempo fue minoritario, creció a un ritmo inesperado. Las proyecciones indican que para 2030 Brasil tendrá una mayoría evangélica, un escenario impensado hace apenas algunas décadas.

Iglesias llenas, grupos en casas y fe fuera de los templos
El crecimiento evangélico se refleja en el paisaje urbano y rural. Megaiglesias con miles de asistentes se multiplican en las grandes ciudades, mientras que en regiones como la Amazonía el avance se da a través de pequeños grupos que se reúnen en casas, conocidos como células.
Pastores coinciden en que esta forma de organización es una de las claves del fenómeno. La fe no se limita al templo: se vive en la vida cotidiana, en los barrios y en las comunidades. Iglesias que comenzaron con pocas decenas de personas hoy reúnen a miles de fieles cada semana, con presencia en distintas ciudades del país.
El crecimiento es tan acelerado que estudios recientes señalan que cada día se abren alrededor de 17 nuevas iglesias evangélicas en Brasil, una cifra que explica por qué el movimiento gana terreno incluso en zonas históricamente católicas.
DE LA FE A LA POLÍTICA
Este avance no se limita al ámbito religioso. En los últimos años, los evangélicos también ganaron peso en la política brasileña. Hoy, más del 30% del Congreso está integrado por legisladores evangélicos, que incluso realizan encuentros de oración dentro del propio Parlamento.
Autoridades de distintos niveles del Estado reconocen que la fe ocupa un espacio cada vez más visible en la gestión pública. Reuniones de oración en oficinas gubernamentales y actos religiosos forman parte de una práctica que, hasta hace algunos años, era impensada.
LA ORACIÓN Y LA MÚSICA, MOTORES DEL CRECIMIENTO
Quienes analizan este fenómeno coinciden en que el crecimiento evangélico no se explica solo por estructuras organizativas, sino también por una fuerte cultura de oración y por el impacto de la música cristiana.
Desde finales de los años noventa, la música de adoración se convirtió en una herramienta clave para conectar con multitudes. Conciertos masivos, canciones enfocadas en la transformación personal y un estilo emocional marcaron a una generación entera.
Este impacto fue tan profundo que incluso muchas celebraciones católicas comenzaron a incorporar elementos del estilo evangélico, con música contemporánea y encuentros de oración más carismáticos, en un intento por recuperar fieles que se alejaron.
UN CAMBIO QUE AVANZA MÁS RÁPIDO DE LO ESPERADO
Para el catolicismo brasileño, el debate ya no pasa por si perderá su lugar histórico, sino cuán rápido ocurrirá ese cambio. Todo indica que el proceso se acelera año tras año, empujado por nuevas formas de vivir la fe, una mayor presencia social y una conexión directa con las personas. Brasil, tierra de carnaval, fútbol y tradición católica, está escribiendo una nueva página en su historia espiritual, con consecuencias que van mucho más allá de lo religioso.














Dejá tu comentario