Planta aceitera de soja en el Chaco: una obra de fe y esfuerzo

Más que una fábrica, la planta de Pioneros del Chaco S.A. es un motor de progreso para la región: genera empleo, agrega valor a la producción de soja y refuerza la economía del Chaco. Al mismo tiempo, simboliza la fe, la esperanza y el esfuerzo de los primeros colonos y de las generaciones actuales, quienes con dedicación y visión consolidaron esta obra como un fruto tangible de su legado.

La inauguración de la planta aceitera de soja de Pioneros del Chaco S.A., conformada en 2012 por las cooperativas Chortitzer, Neuland y Fernheim junto a inversionistas privados, fue más que un evento empresarial: se transformó en un testimonio de fe y gratitud hacia quienes construyeron la historia del Chaco paraguayo.

Uno de los momentos más emotivos fue el mensaje del pastor Werner Franz, de la Iglesia Concordia, quien recordó la herencia de los primeros colonos y el legado de su propio padre, pionero en la región. Visiblemente emocionado, recordó la herencia de sus padres, a quienes describió como verdaderos pioneros de la región. “Si mi papá estuviera hoy aquí, sus ojos brillarían, sin duda. Él pensó en grande, en todos los sentidos: material, espiritual y social. Eso era mi papá”, expresó.

El pastor subrayó que los pioneros del Chaco actuaron inspirados en las Escrituras. Citó al profeta Jeremías: “Construyan casas, planten huertos y coman su fruto, busquen la paz de la ciudad y pidan a Dios por ella”, y añadió que ese mandato sigue vigente en la actualidad.

Al hablar de los valores de la empresa, enfatizó: “Lo que importa es primero la gente, después las cosas. Las instalaciones tienen sentido solamente en la medida en que sirven para promover el bienestar de las personas”. Y advirtió que “si la rentabilidad es un fin en sí mismo, será el comienzo del fin de la dignidad humana”.

Finalmente, recordó que la fe fue la fuerza que sostuvo a los colonos en tiempos difíciles: “Nuestros antepasados la pusieron a prueba en persecuciones y adversidades, pero sigue siendo un fundamento firme. No escondamos nuestras convicciones, nuestra fe: ese es el secreto del éxito de quienes hicieron posible este proyecto en el infierno verde del Chaco”.

El pastor Franz subrayó que la planta aceitera es mucho más que una fábrica: “Los valores de integridad, respeto, compromiso y fe en Dios son los que sostienen esta obra y marcan el verdadero camino hacia el progreso. Primero está la gente, después las cosas”, expresó.

Con un enfoque que conjuga producción, innovación y valores, la nueva planta procesadora de soja no solo promete dinamizar la economía regional, sino también mantener viva la memoria y la fe de los pioneros que, décadas atrás, comenzaron a transformar el “infierno verde” en una tierra de oportunidades bajo la dirección de Dios.

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