Harold Thiessen, gerente industrial de Neuland, explicó que, especialmente en el verano, el calor intenso hace del agua un recurso esencial para la supervivencia. “En nuestra zona no tenemos ríos. Dependemos del agua de lluvia, que es dulce y apta para el consumo humano”, afirmó Thiessen. Si bien algunos pozos someros ofrecen agua subterránea, esta es salina y de calidad limitada, por lo que la lluvia sigue siendo la principal fuente de abastecimiento.
Este año, las lluvias fueron más generosas de lo habitual, permitiendo una cosecha de agua muy por encima de la media. Sin embargo, Thiessen advirtió que en años de sequía, las reservas pueden agotarse rápidamente, obligando a cortar la venta de agua para priorizar necesidades como los hospitales y hogares de ancianos. «Tuvimos años en los que la venta de agua se suspendió completamente», recordó.
El sistema de almacenamiento de agua en Neuland es impresionante. Con cuatro grandes reservorios, cuya capacidad total alcanza los 240,000 metros cúbicos, el agua cosechada es llevada a una planta potabilizadora, donde se trata para garantizar su calidad. «La previsión es crucial, ya que el clima impredecible del Chaco exige que tengamos reservas suficientes para afrontar periodos de escasez«, explicó Thiessen. La necesidad de mantener estas reservas se ve reflejada en el crecimiento constante de la demanda de agua, que aumenta un 25% anual, según refirió.
La verdadera ingeniería detrás del sistema de Neuland no solo reside en la recolección del agua, sino también en la red inteligente que distribuye este recurso a cada rincón de la colonia. Este sistema garantiza que, incluso en momentos de escasez, el agua llegue a donde más se necesita, a través de una red de cañerías subterráneas que asegura un suministro constante.
No obstante, el costo de mantener estos sistemas es elevado, especialmente cuando se considera que la superficie de captación y las bombas de alta capacidad necesarias para vaciar los «pulmones» de agua, o tajamares, también requieren inversiones significativas. Aun así, el verdadero desafío es el alto costo de la infraestructura. «La inversión para cosechar y potabilizar el agua acá en el Chaco es muy alta», subrayó Thiessen, refiriéndose a las inversiones necesarias para la construcción de reservorios y el mantenimiento de las redes de distribución.
La situación es aún más compleja en tiempos de sequía. En 2022, por ejemplo, las reservas de agua dulce en la colonia se agotaron, y la comunidad tuvo que depender de pozos someros y agua mineral comprada en botellas. Sin embargo, la falta de recursos en algunas comunidades cercanas pone de manifiesto una desigualdad en el acceso al agua, ya que las comunidades no tienen la capacidad económica para invertir en sistemas de almacenamiento adecuados, indicaba.
Así, aunque este año el Chaco ha sido bendecido con lluvias, el desafío para garantizar un suministro de agua constante y sostenible sigue siendo alto. Como concluyó Thiessen, «el futuro para el Chaco se llama hacer mucha inversión», una necesidad en un territorio que depende de cada gota de agua.














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