Filadelfia, RCC.- Las adversidades climáticas siempre terminan condicionando la producción, hace unos meses atrás la comunidad indígena La Armonía y muchas otras aldeas estuvieron aisladas por las inundaciones, los cultivos se echaron a perder, tuvieron que esperar «solidaridad» y los famosos víveres, porque no había de otra.
Apenas los campos se secaron y salió el sol radiante, los pobladores se pusieron manos a la obra nuevamente «si no hay tractor con nuestras manos arrancamos los pastos y limpiamos la chacra», expresó Nercia Wiens, una de las pobladoras indígenas que hoy se dan el placer de disfrutar de la cosecha de sandía, maíz, zapallito y melón.
«Aprovechamos que la tierra que tenemos es muy linda, fértil», añadió. A su vez, lamentó que no tengan mercados en donde puedan comercializar los frutos excedentes y que tampoco tengan la posibilidad de sacar de las comunidades sus productos, algo que finalmente los condicionan al autoconsumo.
La Armonía es el reflejo de muchas otras comunidades indígenas del Chaco que se dedican a la agricultura, pero que muchas veces dependen del clima, mucho sol quema las frutas y mucha lluvia las destruye. Sin la cosecha lo único que les queda es depender de nuevo de la «emergencia», de los víveres, por falta de políticas públicas y proyectos concretos.
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