La ESSAP admitió que el único camino viable para que el acueducto funcione de manera óptima es reemplazar 200 kilómetros de tuberías defectuosas, ya que las reparaciones actuales solo son medidas paliativas.
Bernal fue contundente al señalar que el problema estructural del acueducto no se resolverá con simples arreglos, sino con un reemplazo masivo de cañerías. “A tu pregunta de cuántos kilómetros de caño tenemos que cambiar para que esto funcione de forma eficaz, yo te diría que los 200 kilómetros de caño es lo que habría que cambiar”, afirmó.
Aunque existen tramos críticos de entre 13 y 25 kilómetros que requieren un cambio urgente, Bernal advirtió que la incompatibilidad de los materiales utilizados es otro obstáculo. “El problema que tenemos es que estos caños ya dejaron de fabricarse. Entonces, no solo debemos cambiar las zonas críticas, sino también adaptar las nuevas piezas, porque los accesorios ya no son compatibles con las tuberías existentes”, explicó.
El presidente de la ESSAP también mencionó que se han evaluado alternativas con el sector privado, pero que los costos son elevados. “Hemos conversado con el sector privado y nos han pasado montos de 4, 5, 6 millones de dólares para proyectos similares. Nosotros hemos logrado una intervención con un costo ínfimo en comparación a lo que se gastaba anteriormente en obras complementarias para mantener este sistema”, sostuvo.
Bernal insistió en que la inversión realizada hasta el momento valió la pena, pero que la ESSAP no permitirá que se sigan gastando millones en parches sin una solución definitiva. “Si queremos poner el acueducto en funcionamiento en condiciones óptimas, tal cual como estaba en el proyecto inicial, tendríamos que cambiar aproximadamente 200 kilómetros de red de distribución”, sentenció.
Mientras tanto, la segunda etapa del acueducto, que conecta Loma Plata con Mariscal Estigarribia, se mantiene operativa sin presentar inconvenientes. “Esa red sí funciona en óptimas condiciones, pero el problema es el primer tramo, donde no solo tenemos pérdidas, sino también sedimentos que afectan la calidad del agua”, concluyó Bernal.
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