Esta es la principal conclusión de un trabajo liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) que suma la falta de sueño a los ya conocidos factores de riesgo de enfermedad cardíaca, entre ellos el colesterol alto, la hipertensión, obesidad o falta de ejercicio. Y también las que duermen mal, es decir, aquellas que se despiertan en varias ocasiones durante la noche (sueño superficial).
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores colocaron durante siete días un pequeño dispositivo, llamado actígrafo, en la cintura de los 3.974 participantes para medir de forma continua la actividad o el movimiento y por lo tanto las características del sueño, además de su duración.
Dividieron a la población en cuatro grupos: los que dormían menos de seis horas; de seis a siete horas; de siete a ocho horas; y los que dormían más de ocho horas. Los participantes se sometieron además a ecografías cardíacas en 3D y tomografías computarizadas para detectar la presencia de enfermedades cardíacas.
Así, el estudio descubrió que los participantes que dormían menos de seis horas tenían un 27% más de probabilidades de tener aterosclerosis en todo el organismo, en comparación con los que lo hacían de siete a ocho horas.
Dormir más de ocho horas, tampoco tan bueno
Si bien el número de participantes que durmieron más de ocho horas fue pequeño, el estudio también sugiere que el sueño excesivo puede estar asociado con un mayor riesgo de aterosclerosis, especialmente en mujeres, aunque aún es pronto para sacar conclusiones, advierten desde el CNIC.
Estudios previos ya habían demostrado que la falta de sueño aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular al incrementar los factores de riesgo vinculados a esta enfermedad, como los niveles de glucosa, la presión arterial, la inflamación y la obesidad.
Pero este trabajo va más allá al cuantificar las horas y medir la fragmentación o calidad del sueño, y lo hace gracias a tecnología puntera y a su aplicación en la citada población homogénea, con una media de edad de 46 años, que es cuando podría empezar a desarrollarse la enfermedad cardíaca.
Vía: EFE.
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