En la madrugada del lunes 24 de marzo de 2025, alrededor de las 3:30 a.m., agentes del Grupo Lince de la Policía Nacional llevaron a cabo un control rutinario en el barrio Obrero de Asunción. Durante la intervención, un joven de 17 años intentó arrebatar el arma de fuego de un oficial, lo que desencadenó un forcejeo. Tras liberarse, el menor huyó, siendo alcanzado por un disparo en el muslo.
Junto al adolescente de 17 años, fueron detenidos un menor de 16 años, otro de 18 y un adulto de 25 años, conductor del vehículo. El menor de 16 años, con antecedentes de evasión del centro educativo de Itauguá, ya había sido detenido anteriormente por robo con derivación fatal.
El Subcomisario Francisco Caballero, encargado de la intervención expresó su preocupación por la alta incidencia de delitos cometidos por menores en la zona, destacando que aproximadamente el 90% de los infractores son adolescentes. Además, señaló que muchos padres manifiestan no poder controlar a sus hijos debido a su temprana iniciación en actividades delictivas.
La delincuencia juvenil es un fenómeno complejo que involucra múltiples factores, siendo el ámbito familiar uno de los más determinantes. La ausencia de una figura parental presente y la falta de supervisión pueden conducir a que los adolescentes busquen pertenencia y validación en grupos delictivos. Estudios han demostrado que la violencia física en el hogar puede aumentar la propensión de los niños y adolescentes a involucrarse en actividades delictivas.
Este suceso subraya la necesidad urgente de abordar la problemática de la delincuencia juvenil en barrios como Obrero y el Bañado Norte, donde la inseguridad y la presencia de adictos son constantes. Los vecinos viven con temor debido a robos frecuentes, especialmente por parte de jóvenes en situación de vulnerabilidad. A pesar de las detenciones, muchos de estos adolescentes son liberados rápidamente, perpetuando el ciclo delictivo.
La Policía Nacional ha implementado operativos como el «Año Paha» para reforzar la seguridad durante las festividades de fin de año, enfocándose en zonas comerciales y puntos críticos de la ciudad. Sin embargo, la persistencia de delitos cometidos por menores indica que se requieren estrategias más integrales y coordinadas entre las autoridades, la comunidad y las familias para abordar eficazmente esta problemática.
Es fundamental que los padres asuman un rol activo en la educación y supervisión de sus hijos, fomentando valores y estableciendo límites claros. La colaboración entre la familia, la escuela y la comunidad es esencial para prevenir que los adolescentes caigan en conductas delictivas. Además, las autoridades deben fortalecer los programas de apoyo a familias en situación de vulnerabilidad, ofreciendo recursos y orientación para mejorar la dinámica familiar y reducir los factores de riesgo asociados a la delincuencia juvenil.
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