En este contexto, el jefe de Estado señaló que “mi país ha defendido siempre el triunfo del bien sobre el mal, de la verdad sobre el relativismo, de la belleza sobre la fealdad, de la democracia sobre el autoritarismo, de la familia sobre el progresismo radical, de la libertad de mercado sobre el socialismo y, por encima de todo, guiándonos siempre y en cada paso con la presencia imponente y triunfante de Dios Todopoderoso”.
Añadió asimismo que Paraguay ha sido y será por siempre “a shining country on a hill” (un país brillante en una colina), “para parafrasear a ese visionario del conservadurismo, el gran Ronald Reagan”. Dijo que Paraguay se ha adelantado desde siempre a defender lo que es correcto. “No seguimos las modas, sino que nos imponemos sobre ellas”, enfatizó.
Afirmó igualmente que el Paraguay nunca ha claudicado en la lucha por los verdaderos valores. “Por el contrario, viene peleando por ellos desde hace décadas, incluso cuando muy pocos se atrevían a levantarse contra las imposiciones extranjeras y contra las ideologías dominantes”. “Hemos peleado, no solamente contra adversarios externos, sino también contra los bárbaros que, ya dentro de nuestras propias murallas, —los woke y su cultura de la cancelación— tanto daño nos han infligido como sociedad”, aseveró.

LA FAMILIA, CIMIENTO DE LA SOCIEDAD
El Presidente expresó también que el tejido cultural de nuestra nación está entramado por la creencia en la providencia divina, la sacralidad de la vida humana y el valor de la familia como cimiento de nuestra sociedad. “Paraguay siempre ha sido conservador en este sentido, claro está, en donde “conservador” es simplemente otro nombre para la verdad y el sentido común”, remarcó.
Siguió diciendo que “familia y más familia” es el secreto de una sociedad próspera. “Y lo sabemos mejor que nadie. No existen atajos ni recetas mágicas. La fortaleza de la cultura, la economía y la sociedad paraguaya reside en la convicción de proteger a la familia y de honrar el carácter sagrado de la vida”, sentenció.
Acotó que las condiciones sagradas de nuestra Constitución nacional cristalizan cuán esenciales son estas convicciones para todos los paraguayos. “Mientras el Paraguay exista, será un pueblo que diga alto y fuerte al mundo: no al aborto libre, no a la destrucción de la idea de familia y no a los experimentos sociales radicales. La cultura de la muerte, denunciada por el gran Juan Pablo II, encontrará en la República del Paraguay a su más firme y frontal adversario”, manifestó.














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