Por décadas, el Mercosur ha navegado entre discursos de unidad y una realidad de bloqueos. Sin embargo, la postura del canciller Rubén Ramírez Lezcano en Foz de Iguazú marca un punto de inflexión. Paraguay ya no se conforma con «creer» en el bloque; ahora exige que el Mercosur funcione para todos, demandando un pragmatismo que hasta ahora ha sido esquivo.
Para el Paraguay, el concepto de «integración» ha tenido un costo alto. El Canciller fue claro al señalar que las asimetrías económicas no son una noción abstracta, sino una realidad geográfica y política que condiciona el desarrollo del país. La condición mediterránea de Paraguay, agravada por fricciones burocráticas en las fronteras de sus socios, no es un escollo natural inamovible, sino una consecuencia de la falta de voluntad política regional.
Reducir las trabas en los controles fronterizos y armonizar trámites no son pedidos de «auxilio» o privilegios, sino medidas de equidad mínima para un país que enfrenta costos logísticos superiores por su geografía.
ACUERDO CON LA UE: ENTRE LA DESCONFIANZA Y LA SALVAGUARDIA
Respecto al dilatado acuerdo con la Unión Europea, la posición paraguaya es de una cautela crítica. Si bien existe disposición para avanzar, Paraguay ha puesto los puntos sobre las íes: el proceso debe darse bajo un «estricto apego» a lo negociado en Montevideo. La advertencia sobre las salvaguardias ambientales y comerciales es directa: Paraguay no aceptará imposiciones que alteren el equilibrio de derechos y obligaciones, protegiendo su capacidad productiva frente a las exigencias externas.
UN BLOQUE FRAGMENTADO QUE DEBE COMPETIR UNIDO
La crítica paraguaya apunta al corazón del proyecto regional: el desmantelamiento de las barreras que hoy fragmentan el sistema. En un mundo que compite por bloques, un Mercosur lleno de trabas internas es una contradicción costosa. La revitalización del proyecto original pasa necesariamente por una coordinación real de políticas y una facilitación del comercio que deje de ser un eslogan de cumbre para convertirse en una realidad en las fronteras.
En definitiva, Paraguay ha dejado claro que su compromiso es con los resultados. La integración será efectiva o simplemente será un lastre. La pelota, ahora, está en el campo de los socios mayoritarios.














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