En una reciente entrevista radial, la senadora nacional Lizarella Valiente se refirió a su planteamiento de implementar un programa de educación sexual en instituciones educativas de Coronel Oviedo y otras zonas del departamento de Caaguazú. La legisladora subrayó la necesidad de una educación sexual en las escuelas y colegios, pero con un enfoque centrado en el cuidado, la responsabilidad afectiva y la prevención.
«Considero vital que los niños y adolescentes reciban información adecuada sobre sexualidad, pero no desde una mirada hedonista, entendida como la mera satisfacción del deseo sexual, sino desde el compromiso y la empatía», expresó. Enfatizó que hablar de sexo como una actividad recreativa entre menores es inapropiado y alertó sobre el peligro de la hipersexualización infantil.
Valiente sostuvo que la educación sexual debe formar parte de un proceso integral de enseñanza sobre el respeto, la empatía y la responsabilidad. “Los niños deben aprender a cuidar su cuerpo y entender que sus acciones tienen consecuencias sobre los demás. Eso es empatía”, afirmó.
Sobre el material actualmente propuesto por el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), aclaró que no se trata del programa “Doce Ciencias”, sino de un nuevo contenido elaborado con el aporte de una mesa técnica que incluyó a padres y representantes de distintos sectores. Dijo sentirse tranquila al respecto, ya que los padres —a quienes considera los principales responsables legales de los niños— participaron activamente.
No obstante, marcó distancia con enfoques internacionales como la Educación Sexual Integral (ESI) promovida por la ONU. “Yo tengo mis reservas. No me parece correcto que se propongan actividades para que niños de tres o cuatro años exploren su cuerpo para obtener placer. Los niños no tienen autonomía sexual”, expresó con firmeza.
En otro tramo de la entrevista, fue consultada sobre la posibilidad de reducir la edad de imputabilidad para menores. Si bien no se mostró a favor de esta medida como solución de fondo, admitió que es necesario evaluar penas más severas en casos graves. “Un niño, desde cierta edad, ya distingue lo que está bien de lo que está mal. Mi hijo de seis años sabe que sus actos tienen consecuencias”, comentó.
Finalmente, la senadora hizo un llamado a las familias a involucrarse más en la vida de sus hijos, a fomentar el diálogo y prevenir situaciones de riesgo. “No puede ser que una adolescente de 16 años no tenga la confianza de contar lo que le ocurre. El silencio y el secretismo generan consecuencias trágicas”, concluyó.














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