El amanecer del 29 de setiembre del año 1932, el grito de victoria se escuchó en la voz salvaje y bravía de los valientes paraguayos ¡La primera gran batalla de la Guerra del Chaco estaba ganada!
El aporte solidario, valiente, lleno de coraje y valor del soldado paraguayo, estaba demostrado, para defender lo nuestro «nuestro chaco».
Los soldados festejaron la victoria; después de 23 días de asedio continuo, con la perdida diaria de muchos de los combatientes compatriotas; se había logrado el objetivo: recuperar Boquerón.
El mayor boliviano Alberto Taborga había expresado del soldado Paraguayo: «En las privaciones y sufrimientos del Chaco podemos decir que la Guerra del Chaco la ganó el soldado paraguayo, capaz de vencer penurias y fatigas, de realizar marchas penosas días y días, bajo el sol de fuego o bajo una lluvia incesante, de dormir en el suelo sin abrigo y afiebrado bajo las noches estrelladas del Chaco meses y años, de marchar con los pies descalzos y sangrantes, manteniendo en alto el espíritu guerrero del guaraní y pelear de nuevo de día y de noche con decisión y bravura. «Son temerarios en el combate», sin lugar a dudas es así; y lo habían demostrado en el día a día.
El asedio a Boquerón ya había iniciado 23 días antes, el ejército Boliviano hacia años, que venía adentrándose en el chaco; sin que los sucesivos gobiernos, preocupados más por las guerrillas internas, no hacían nada para recuperar nuestro territorio del enemigo que amenazaba con llegar hasta el Río Paraguay; para así tener una salida al mar.
Comienza el movimiento bélico paraguayo cuando tropas paraguayas asentadas a la vereda de la laguna «Pitiantuta», son desalojadas por una facción boliviana que cree haber descubierto primero dicha laguna denominándola «Chuquisaca». Por lo que el Estado Mayor del Ejército boliviano, ordena la toma de los fortines paraguayos, el Cnel. Peñaranda, arrasó Corrales el 27 y Toledo el 28; el Tte. Cnel. Luís Emilio Aguirre, toma el Fortín paraguayo «Boquerón», el 31.
El operativo «Retoma de Boquerón», a cargo del El Cnel. Paraguayo Félix Estigarribia, recibe la orden oficial y desplaza un contingente de 5.000 combatientes paraguayos al teatro de operaciones, armados de fusiles, ametralladoras, cañones, obuses, morteros y apoyo de aviación.
Enterados el ejército invasor del inminente ataque, en «Boquerón», se alista una defensa formidable al mejor estilo prusiano y alemán. Preparan trincheras cubiertas al nivel del suelo, nidos de ametralladoras camufladas y «caminitos» por donde se asegure el fuego boliviano medido y calibrado.
El desarrollo de los hechos en la Batalla de Boquerón
A las fuerzas de Bolivia les correspondió desplazarse por tierras desoladas a temperaturas totalmente contrarias al frío andino que habitualmente les confortaba en sus tierras. Habiendo llegado al sitio, extenuados, con 12 mil hombres, se verían enfrentados por el ejército paraguayo que había arribado con 8 mil combatientes a la isla Poí.
En ella se dedicaron a levantar una pista de aterrizaje, lo que sumaba puntos a su estrategia. Asimismo, pronto se les adicionarían 1500 hombres al suroeste del Chaco, 3 mil más por la región del Alto río Paraguay y 3 mil refuerzos que muy pronto entrarían en las filas, provenientes desde Asunción.
Los servicios de inteligencia boliviana interceptaron los mensajes de mando que instaban al ejército paraguayo a tomar el fortín Boquerón. Así que enviaron una flotilla de aviones a ametrallar a los 18500 soldados durante su movilización hacia el mismo. Sin embargo, sus hombres resistieron tomando por asalto el fuerte donde apenas se encontrarían a 619 soldados del bando contrario.
En un esfuerzo sin precedentes, los bolivianos resistieron tanto como pudieron en un enfrentamiento cruento y despiadado. Sorprendentemente, los bolivianos solo perdieron a 150 hombres, mientras que las fuerzas paraguayas tuvieron 7 mil bajas militares.
Sin embargo la situación no quedó allí. La Sociedad de Naciones, cuyo equivalente hoy día sería la Organización de Naciones Unidad, intervino en el conflicto, obligando a los bolivianos a evacuar la fortificación. Además, Paraguay fue etiqueta de país agresor y se vio obligada a restituir la edificación que habían reducido a cenizas.
Pero el objetivo había sido logrado: el fortín Boquerón fue recuperado como un acto de orgullo nacionalista que buscaba fervientemente recuperar la región del Chaco Boreal.
“Boquerón con sus días de lucha sin cuartel, representa la gloriosa base de partida que permitió forjar la epopeya la epopeya del Chaco. Es el punto de unión del pasado con el presente heroico y ha de ser el faro que ilumine el porvenir de la patria”
Coronel Carlos José Fernández