Según el informe oficial de la Dirección General de Departamentos y Municipios (DGDM), dependiente del Viceministerio de Administración Financiera, dado a conocer este jueves, al cierre de la primera quincena de octubre de 2025 las transferencias totales alcanzaron G. 2,7 billones (G. 2.728.736 millones). De ese monto, G. 1,6 billones fueron destinados a gobernaciones y G. 1,05 billones a municipalidades.
Al revisar el desglose por departamentos, las regiones chaqueñas aparecen relegadas, a pesar de tener muchas necesidades y postergaciones también: Presidente Hayes recibió G. 25.032 millones; Boquerón apenas G. 11.182 millones, y Alto Paraguay, el más extenso y despoblado del país, G. 8.707 millones.
Estas cifras contrastan fuertemente con las asignaciones a departamentos más poblados como Central (G. 160.891 millones), Itapúa (G. 148.032 millones), o Alto Paraná G. 137.135 millones, lo que evidencia una brecha estructural en la distribución de recursos entre el interior profundo y el eje metropolitano.
Aunque el MEF habilita un portal público para consultar los montos transferidos a cada municipio o gobernación, las regiones más postergadas siguen esperando una política que responda a sus necesidades reales de infraestructura, conectividad y servicios básicos.
En el Chaco, los municipios deben enfrentar enormes distancias, costos logísticos más altos y poblaciones dispersas, sin embargo, los criterios de distribución permanecen inalterables y desatienden esas particularidades.
SIN CONTROL EFECTIVO NI CONDICIONAMIENTO REAL
El MEF sostiene que las transferencias están sujetas a la presentación de rendiciones de cuentas e informes cuatrimestrales. Sin embargo, en la práctica, la institución continúa realizando desembolsos sin un control riguroso del cumplimiento de esos requisitos, lo que abre la puerta a manejos discrecionales y a la opacidad en el uso de los fondos públicos.
Mientras tanto, las gobernaciones y municipios del Chaco siguen siendo los grandes olvidados del presupuesto nacional, condenados a gestionar con recursos mínimos en territorios que exigen inversiones urgentes en salud, educación y caminos.
UNA DEUDA HISTÓRICA QUE PERSISTE
El desequilibrio territorial en el uso del dinero público refleja un modelo centralista que el Gobierno no logra corregir, pese a los discursos de descentralización y desarrollo equitativo. La brecha sigue creciendo, y con ella, la sensación de abandono en una región estratégica para el país, donde se sostiene buena parte de su producción ganadera y energética. A la vista de los números, pareciera que el Chaco no solo está lejos en kilómetros: también en prioridades.
