El declive de la natalidad: ¿Un riesgo económico y demográfico para Paraguay?

En los últimos años, hemos sido testigos de un cambio preocupante en la demografía de Paraguay. Lo que antes era una sociedad caracterizada por grandes familias y una alta tasa de natalidad, hoy enfrenta un notable descenso en la cantidad de nacimientos. Según Iván Ojeda, director del Instituto Nacional de Estadística (INE), en su reciente participación en el programa "Siglo a Siglo", Paraguay debería registrar más de 140.000 nacimientos al año, pero la realidad es mucho más modesta: apenas nacen 90.000 niños. Incluso las proyecciones hablaban de unos 140 mil nacidos vivos en promedio durante los últimos años.

El declive de la natalidad: ¿Un riesgo económico y demográfico para Paraguay?

En los años 60, Paraguay experimentaba una tasa de natalidad que superaba los seis hijos por mujer. Hoy, sin embargo, esa cifra ha caído drásticamente a menos de 2,1, apenas el umbral necesario para que la población se mantenga estable. Este descenso, que parece inevitable, podría desencadenar serias implicaciones para el desarrollo económico y social del país, tal como lo evidencian las experiencias de otras naciones.

Los países vecinos de Paraguay ya han cruzado el umbral crítico: Brasil tiene una tasa de natalidad de 1,7 y Argentina de 1,9. En Europa, la situación es aún más alarmante, con tasas que rondan el 1,4. Esta tendencia ha llevado a un fenómeno de despoblación en zonas rurales de países como España e Italia, donde miles de pueblos han quedado deshabitados, generando problemas severos para mantener sistemas de seguridad social y jubilaciones, debido a la falta de una base poblacional joven que sostenga a los mayores.

Para que una población se mantenga o crezca, se necesita una tasa de fertilidad de al menos 2,2 hijos por mujer. Con menos de eso, Paraguay podría enfrentar un futuro de declive poblacional, envejecimiento acelerado y la pérdida del bono demográfico que en los últimos años ha sido una ventaja crucial para el crecimiento económico.

Esta no sería la primera vez que Paraguay enfrentaría un invierno demográfico. A fines del siglo XIX, tras la Guerra de la Triple Alianza, el país experimentó un colapso poblacional que tardó más de 100 años en revertirse. Sin embargo, el actual descenso de la natalidad responde a dinámicas globales que van más allá de los conflictos bélicos.

Diversos estudios y teorías sostienen que existe una intencionalidad deliberada para reducir las tasas de natalidad a nivel mundial. El economista británico Thomas Malthus predijo en el siglo XIX que el crecimiento poblacional sería insostenible y que los recursos acabarían por agotarse. Sus ideas han sido interpretadas y usadas como base para políticas antinatalistas a lo largo de las décadas.

Uno de los documentos clave en esta narrativa es el llamado «Informe Kissinger» de los años 70, que advirtió sobre los riesgos que la alta natalidad en América Latina podría representar para la seguridad económica y de recursos de Estados Unidos. Desde entonces, se ha señalado la promoción de políticas públicas que incentivan la reducción de la natalidad en países en desarrollo.

Además, el avance de ideologías y movimientos como el ecologismo radical, la teoría de género, el feminismo de corte más extremo y las políticas LGBT, así como la legalización del aborto en varios países, han sido vistos por algunos como parte de un plan global para disminuir la población. Estos cambios políticos y culturales, según estas teorías, están incidiendo en la mentalidad de los jóvenes, quienes cada vez más eligen estilos de vida narcisistas y hedonistas, alejándose del proyecto de formar familias.

La caída en las tasas de natalidad no solo amenaza la sostenibilidad demográfica, sino también la estabilidad económica y la viabilidad de las naciones a largo plazo. En Europa, las consecuencias ya son palpables: sociedades envejecidas, un déficit en la fuerza laboral joven y serios problemas para financiar los sistemas de pensiones. Si Paraguay no logra revertir esta tendencia, corre el riesgo de seguir el mismo camino.

Es crucial que Paraguay reflexione sobre este tema y considere políticas que fomenten la natalidad y valoren la importancia de la familia en el desarrollo de la sociedad. El desafío de revertir esta tendencia dependerá de acciones conjuntas entre el gobierno, la sociedad civil y la educación, para que la misión de ser padres vuelva a ocupar un lugar central en la vida de los jóvenes. Si no se toman medidas a tiempo, el futuro demográfico de Paraguay, y por ende su desarrollo económico, estarán en juego.

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