En el Día Mundial contra la Trata de Personas, el país vuelve a encender las alarmas frente a un delito que, aunque muchas veces invisible, deja huellas profundas. Según datos oficiales, entre enero y julio de 2025, el Ministerio Público ha recepcionado 49 causas vinculadas a Trata de Personas, 76 por Proxenetismo y 5 por Rufianería. Las víctimas, en su mayoría mujeres (61%) y adolescentes o niños, fueron captadas a través de engaños que prometían empleo, estabilidad o una vida mejor.
Este crimen organizado no solo explota cuerpos, sino también esperanzas. Detrás de cada caso hay una historia de vulnerabilidad: personas trasladadas, muchas veces forzadamente, hacia otras ciudades o al extranjero, donde son sometidas a condiciones de explotación sexual o laboral.
En los últimos seis años, el Ministerio Público ha investigado 392 causas relacionadas con este flagelo, una cifra que muestra su persistencia y expansión. Las estadísticas no hacen más que confirmar una realidad: la Trata de Personas sigue operando, silenciosamente, en contextos donde la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades crean el terreno fértil para el engaño y la explotación.















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