Alarma por 28.919 casos de abuso sexual infantil en Paraguay en los últimos 10 años

El Ministerio Público reveló que en la última década se registraron cerca de 29.000 causas de abuso sexual infantil. Un 80% de los abusos ocurrieron en el entorno familiar, y los departamentos de Central y Alto Paraná concentran más de la mitad de las denuncias.

Alarma por 28.919 casos de abuso sexual infantil en Paraguay en los últimos 10 años

El abuso sexual infantil sigue siendo una grave problemática en Paraguay. Entre 2014 y agosto de 2024, el Ministerio Público ha registrado 28.919 causas de abuso sexual en niños, una cifra alarmante que pone en evidencia la vulnerabilidad de los menores en el país. Además, se reportaron 931 tentativas de abuso en el mismo periodo, lo que refleja una situación crítica en la protección de la infancia.

El Departamento de Estadísticas de la Dirección de Planificación del Ministerio Público señala que en el 2014 ingresaron 1.663 denuncias por abuso sexual en niños, una cifra que fue en aumento hasta alcanzar 3.731 causas en 2022. A lo largo de estos diez años, los casos han fluctuado, pero el promedio de denuncias ha subido a 10 por día en los últimos años.

Departamentos más afectados

Los datos revelan que los departamentos de Central y Alto Paraná concentran el 52% del total de denuncias, con 12.009 y 2.970 casos, respectivamente. Asunción también presenta una alta incidencia, con 2.704 causas, seguido de Itapúa con 2.034 y Caaguazú con 1.455 denuncias. Estos cinco departamentos representan las zonas de mayor riesgo, según el Observatorio del Ministerio Público.

Perfil de las víctimas y los agresores

El 83% de las víctimas de abuso sexual son niñas, mientras que el 17% son niños. En cuanto a las edades, el grupo más afectado es el de niños de entre 10 y 13 años, que representan el 52% de los casos. Los menores de entre 5 y 9 años constituyen el 34% de las víctimas, y el 14% restante corresponde a niños de entre 1 y 4 años.

El perfil del agresor también es preocupante: el 93% son hombres y el 7% son mujeres. La mayoría de los abusadores, el 30%, tienen entre 18 y 29 años, mientras que el 26% son menores de 18 años. Además, un 24% de los agresores tienen entre 30 y 44 años, y el resto se distribuye entre los grupos de mayor edad, con un 13% entre 45 y 49 años y un 7% de 60 años o más.

El entorno familiar: un factor de riesgo

Una de las revelaciones más alarmantes del estudio es que el 80% de los casos de abuso sexual infantil se producen dentro del entorno familiar. Esto incluye a familiares cercanos y conocidos de confianza, lo que dificulta que las víctimas puedan denunciar los hechos. Las autoridades estiman que durante la pandemia de COVID-19, el confinamiento y las restricciones de movilidad contribuyeron a una reducción temporal en las denuncias, aunque es probable que muchos abusos no hayan sido reportados debido al encierro.

Consecuencias emocionales y sociales

Las secuelas de un abuso sexual infantil son devastadoras y permanentes. Las víctimas suelen enfrentar problemas emocionales y de salud mental a largo plazo, como baja autoestima, ansiedad, depresión, tendencias suicidas, miedo e inseguridad. Estas consecuencias afectan no solo el bienestar de los menores, sino también su capacidad para socializar, estudiar y desarrollarse adecuadamente.

En muchos casos, los agresores utilizan amenazas para mantener el silencio de los niños, como frases manipuladoras del tipo: “Si cuentas, nadie te va a creer” o “Si hablas, algo peor te va a pasar”. Esto genera en los niños un estado constante de miedo y desconfianza, que agrava el trauma.

Medidas necesarias para enfrentar la problemática

Ante estas cifras alarmantes, las autoridades del Ministerio Público y diversas organizaciones que trabajan en la defensa de los derechos de la infancia han hecho un llamado urgente para fortalecer las políticas de prevención y protección de los menores. Se requiere una mayor capacitación para educadores, profesionales de la salud y trabajadores sociales, así como un enfoque integral que involucre a las familias y a las comunidades en la detección temprana y el acompañamiento a las víctimas.

El viceministro de Protección a la Niñez, Juan Carlos Báez, expresó que “el desafío es inmenso, pero no podemos darnos el lujo de ignorarlo. Cada caso de abuso sexual es una tragedia que afecta a la vida de un niño o una niña, y es nuestro deber como sociedad actuar con rapidez y firmeza para detener esta ola de violencia”.

Por su parte, organismos internacionales como UNICEF y Save the Children también han alertado sobre la necesidad de reforzar los programas de prevención y la atención psicológica a las víctimas para mitigar los efectos a largo plazo del abuso sexual infantil.

Las cifras actuales demuestran que la problemática del abuso sexual en niños no solo no ha disminuido, sino que requiere una acción más decidida para proteger a las víctimas y castigar a los responsables.

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