El hallazgo más preocupante del estudio radica en la doble amenaza demográfica y productiva que pende sobre la agricultura familiar, responsable de la seguridad alimentaria del país. El acto de presentación del estudio tuvo lugar días pasados en el Salón Auditorio de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNA.
El informe «Perfil de la Producción Agropecuaria en el Paraguay» confirma una tendencia alarmante: el envejecimiento de la población rural, debido a la migración de los jóvenes. Mientras el campo disminuye en el número total de fincas e incrementa su superficie promedio para cultivos de renta y pasturas (indicando una mayor escala productiva), la base humana que sostiene la producción de alimentos se debilita.
Dato Clave: La concentración territorial de la producción y el crecimiento de la escala contrastan con la dificultad de retener a las nuevas generaciones en las zonas rurales, lo que pone en riesgo la sostenibilidad futura del sector.
AGRICULTURA FAMILIAR: LA COLUMNA VERTEBRAL OLVIDADA
A pesar de representar el 90% de las fincas y ser el líder indiscutible en rubros esenciales como la mandioca (95%), el maíz (91%), el sésamo (96%) y el poroto (95%), la agricultura familiar enfrenta brechas estructurales que limitan su desarrollo y productividad:
Bajo nivel de mecanización: La dependencia de métodos rudimentarios frena la eficiencia.
Acceso limitado a recursos: Se registra un acceso reducido a la asistencia técnica, la innovación y el crédito formal.
Débil asociatividad: La falta de organización dificulta el acceso a mercados más competitivos y la defensa de precios.
El diagnóstico es claro: la columna vertebral del agro nacional está subcapitalizada y desconectada de los mecanismos de modernización, lo que acentúa la desigualdad productiva.
PERSISTENTE BRECHA DE GÉNERO
Por primera vez, un «Estudio Temático de Género» basado en datos censales revela las profundas desigualdades que enfrentan las mujeres en el campo. Aunque su participación es fundamental en el autoconsumo y la diversificación, persisten las brechas críticas:
Acceso a la Tierra: Desigualdades notables en la titularidad y gestión de la tierra.
Autonomía Económica: Menor autonomía en la venta de productos y escasa presencia en actividades de mayor escala.
Recursos y Apoyo: Menor acceso a crédito y asistencia técnica en comparación con los hombres.
Los tres documentos convergen en un llamado a la acción: se necesitan políticas públicas diferenciadas y basadas en evidencia que enfaticen el fortalecimiento de la agricultura familiar a través de la mecanización, la inclusión financiera y la asistencia técnica. Es igualmente crucial la reducción de las brechas de género para garantizar la igualdad de oportunidades y maximizar el potencial productivo del sector.
