El expresidente Jimmy Carter, un agricultor de maní de Georgia que prometió restaurar la moralidad y la verdad en la política después de una era de escándalos en la Casa Blanca y que redefinió el servicio postpresidencial, murió hoy domingo a los cien años de edad.
Cuando Carter, el trigésimo noveno presidente de Estados Unidos, ganó el Premio Nobel de la Paz, ello representó la culminación de una carrera increíble, como líder mundial y como ciudadano.
James Earl Carter nació el primero de octubre de 1924. Su padre tenía una tienda de artículos agrícolas en Plains, Georgia. Su madre era enfermera.
Su inteligencia y resistencia le ganaron un lugar en la Academia Naval. Después de egresar en 1946, se casó con Rosalynn Smith. Su carrera naval lo llevó de buques de guerra al nuevo programa de submarinos nucleares.
Pero cuando su padre falleció en 1953, dejó las fuerzas militares y volvió a Georgia, donde pasó veinte años administrando la plantación familiar de cacahuetes.
Para muchos, Jimmy Carter fue el ejemplo clásico de un hombre reflexivo. Hasta que se postuló y ganó como gobernador de Georgia, su única experiencia política había sido en una junta escolar. Su amigo y asociado más cercano fue el portavoz de la presidencia Jody Powell, quien murió en 2009.
En 1976 Jimmy Carter derrotó al presidente Gerald Ford. El día de su juramentación, decidió salir de la limusina a prueba de balas y caminar desde el capitolio hasta la Casa Blanca.
Sus más difíciles días como presidente fueron, sin duda, cuando militantes iraníes tomaron a decenas de estadounidenses como rehenes en Teherán a fines de 1979. Los mantuvieron secuestrados durante más de un año. Y ocho soldados estadounidenses murieron cuando Jimmy Carter ordenó una tentativa de rescate.
Después de su derrota a manos de Ronald Reagan, los rehenes fueron liberados el día de la juramentación. Y Jimmy Carter emprendió otro gran camino.
“Lo que se hizo claro a lo largo de los años es que este es un hombre que tiene un compromiso único con el servicio público. Es claramente su misión”, cuenta Jody Powell.
Carter pasó el resto de su vida promoviendo la paz, la democracia, los derechos humanos y el desarrollo económico y social en todo el mundo. Carter siguió viajando, escribiendo y construyendo para Hábitat para la Humanidad. Siempre ocupado. Siempre un poco apartado.
“Dios nos da la capacidad de elegir: podemos elegir aliviar el sufrimiento, podemos elegir trabajar juntos para la paz, podemos realizar esos cambios, debemos hacerlo”, dijo Carter. Hasta hace poco tiempo atrás, y con una salud frágil, el expresidente de EE.UU, seguía dando clases de la Biblia en una pequeña iglesia rural de Plains, Georgia, y atrayendo multitudes a Cristo.
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