El informe se basa en 6.000 estudios científicos y advierte del fuerte impacto que tendría un aumento de las temperaturas de 1,5ºC.
También plantea las opciones, limitadas, para actuar y mantener al mundo bajo ese umbral. En 2015, en la cumbre COP21 celebrada en París, la ONU encargó a su Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) un informe sobre el objetivo de 1,5ºC.
Los países acababan de comprometerse a reducir sus emisiones para permanecer “muy por debajo de 2ºC” con respecto a la era preindustrial.
El compromiso añadido de “proseguir con los esfuerzos para limitar el aumento a 1,5ºC” se obtuvo en el último minuto y era una reivindicación de los Estados más vulnerables, como las islas pequeñas.
Pero desde entonces los investigadores han revisado los riesgos, en un mundo sacudido por un recrudecimiento de las olas de calor y los incendios forestales.
“Hace tres años, no había mucha literatura científica sobre un calentamiento del 1,5ºC”, explica Jim Skea, profesor del Imperial College de Londres y copresidente del IPCC. El informe, de 400 páginas, describe una clara diferencia de impacto entre 1,5 y 2 ºC, en todos los ámbitos, ya sea en lo tocante al nivel de las olas de calor, a las extinciones de especies o a la productividad agrícola. “Eso es importante pues aclara la cuestión: sí, marca una gran diferencia 1,5 o 2”, afirma Laurence Tubiana, arquitecta del acuerdo de París. “Recuerdo conversaciones con bastantes países antes de París, nos decíamos: ’¿por qué 2ºC? ¿por qué no 2,5ºC?’”.













