El presidente de Argentina, Javier Milei, hizo una declaración contundente el martes durante su primer discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en Nueva York. Milei denunció lo que él considera una transformación radical de la ONU, que, según él, ha pasado de ser un escudo protector para los Estados a convertirse en un «leviatán de múltiples tentáculos» que intenta dictar no solo las políticas nacionales de los países miembros, sino también influir en la vida cotidiana de sus ciudadanos.
En un discurso cargado de crítica, Milei argumentó que la ONU, en lugar de perseguir la paz, ha comenzado a imponer una agenda ideológica sobre diversos temas que afectan la vida en sociedad. “Una organización que había sido pensada esencialmente como un escudo para proteger el reino de los hombres, se transformó en una entidad que pretende decidir no solo qué debe hacer cada Estado nación, sino también cómo deben vivir todos los ciudadanos del mundo”, afirmó Milei.
El presidente argentino también se dirigió a la estructura interna de la ONU, acusando a la organización de estar gobernada por burocratas internacionales. En particular, criticó el Consejo de Seguridad, sugiriendo que el poder de veto de sus miembros permanentes se ha desnaturalizado y se utiliza para proteger intereses particulares en lugar de buscar el bien común.
Milei aprovechó la oportunidad para anunciar un cambio significativo en la política exterior argentina. Aseguró que Argentina abandonará la postura de neutralidad histórica que ha caracterizado al país y se posicionará a la vanguardia en la lucha por la defensa de la libertad. Este cambio de dirección se alinea con su visión crítica de la ONU y su rechazo a algunos de los compromisos globales adoptados recientemente.
En su discurso, Milei también manifestó el desacuerdo de Argentina con el pacto para el futuro, un acuerdo adoptado el domingo por 193 países miembros que incluye 56 acciones para abordar los principales desafíos de la época actual. Este pacto, según Milei, refleja la imposición de una agenda que no representa los intereses ni los valores de su país.