La ceremonia de entrega se realizó en Oslo, y Machado no pudo estar presente, por lo que el galardón fue recibido por su hija. Durante el acto, el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, en una extenso discurso, subrayó que la premiada representa “una de las voces más firmes de la democracia en América Latina”, y que su trayectoria simboliza la resistencia cívica frente a contextos de creciente autoritarismo.

En su argumentación, el comité resaltó que Machado ha demostrado que las herramientas de la democracia —el voto, la organización ciudadana y la protesta pacífica— son también instrumentos esenciales de la paz. Además, destacó su capacidad para articular consensos dentro de una oposición que por años estuvo fragmentada, y que encontró en su liderazgo un punto de convergencia en torno a la exigencia de elecciones libres, transparentes y supervisadas internacionalmente.
A través de una comunicación telefónica difundida por la Fundación Nobel, Machado agradeció el reconocimiento y afirmó que el galardón “no le pertenece a una persona, sino a todo un pueblo que ha resistido en condiciones difíciles”. “Este premio es para millones de venezolanos que no se han rendido”, expresó la dirigente.

El excandidato presidencial opositor Edmundo González Urrutia celebró la noticia y señaló que el Nobel de la Paz constituye “un homenaje a la lucha de una mujer y de una nación entera por recuperar su libertad”. En un mensaje difundido en redes sociales, aseguró que el reconocimiento internacional fortalece la visibilidad de la causa democrática venezolana.
La concesión del Nobel a Machado añade un nuevo capítulo al debate internacional sobre la situación política y de derechos humanos en Venezuela, y vuelve a colocar en el centro de la atención global las demandas de amplios sectores de la sociedad venezolana que reclaman instituciones libres, separación de poderes y respeto a las libertades fundamentales.














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