El extraño descubrimiento de una cría de un tiburón fantasma, una especie de la que poco se sabe debido a que habita en zonas muy profundas y de difícil acceso para los humanos, ha asombrado a unos científicos de Nueva Zelanda.
Los llamados «tiburones fantasma», de la familia de los quimeriformes, no son realmente tiburones, pero están emparentados con estos animales marinos, ya que el esqueleto de ambos está formado por cartílago y no por hueso.
Estas criaturas marinas suelen habitar a profundidades de hasta 1.829 metros. Cuando son jóvenes, suelen encontrarse en zonas interiores diferentes a aquellas en que los adultos se desplazan y, en algunos casos, tienen aspectos diversos.
«Lo que sabemos suele provenir de los adultos grandes, que suelen medir un metro o un metro y medio de longitud, por lo que encontrar uno que quepa en la palma de la mano es increíblemente infrecuente», explicó Brit Finucci, científica del Instituto Nacional de Investigación Acuática y Atmosférica de Nueva Zelanda.
