En veinte años, la cifra de españoles que se declaran protestantes se ha multiplicado por diez y ha pasado del 0,2% de 1998 al 2% del 2018, según datos del Observatorio partiendo de encuestas del CIS. Mujer, de entre 30 y 44 años y nacidos fuera de España es el perfil mayoritario.
En Catalunya, donde la cifra de templos evangélicos en diez años ha aumentado alrededor de un 35%, la última encuesta del Baròmetre sobre la religiositat i sobre la gestió de la seva diversitat, del año 2020, señalaba que el 7% de la población consideraba el cristianismo evangélico/protestantismo como su religión. En el 2016, era el 3%.
Un crecimiento que la Generalitat, responsable del estudio, se toma con cautela. “Habrá que ver la evolución en encuestas posteriores”, afirma Anna Massallé, de la dirección general de Afers Religiosos, que atribuye el crecimiento de esta confesión principalmente a la inmigración latinoamericana, pero también africana y asiática, y a la autonomía de la comunidad de abrir lugares de culto.
Para Jorge Fernández, de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (Ferede) son varias las razones que han propiciado el crecimiento de la iglesia evangélica. Por una parte, a la democracia y la supresión de dictaduras militares en países suramericanos así como el auge del cristianismo evangélico en el pueblo gitano a partir de 1960. “De los más de 4.000 templos que hay, más de un millar son centros de culto de la Iglesia Evangélica de Filadelfia, de etnia gitana”, afirma.
Señala que también ha contribuido al crecimiento de esta confesión su labor social y la corriente migratoria que vivió España a partir del año 2000, principalmente de latinoamericanos, que se tradujo en la apertura de nuevas iglesias, muchas de ellas étnicas.
Las que llevan más tiempo implantadas en el territorio son comunidades más bien heterogéneas, con mayoría de creyentes españoles. Es el caso, por ejemplo, de la Iglesia Evangélica de la calle Rutlla de Girona, la segunda más antigua de la ciudad con cuarenta años de vida, que aglutina a una docena de nacionalidades. Dos tercios de sus miembros son españoles. Su secretario afirma que en el 2000 había solo cuatro templos de esta confesión en la ciudad. Hoy son 36.
En la Iglesia Evangélica Unida de Terrassa, municipio donde la presencia protestante tiene más de un siglo, la inmigración supone apenas el 3% del total de sus miembros. El pastor Andreu Dionís destaca el aumento de jóvenes a su comunidad. “No es fruto de un crecimiento reproductivo, sino de una tarea de expansión”, esgrime y señala también la “labor evangelizadora” y “una liturgia comprensible y actualizada” como elementos que han impulsado esa confesión, que a diferencia de la católica, no cree en la adoración de los santos ni la Virgen María y tiene una organización no jerárquica y descentralizada.