El comunicado comienza señalando que, según algunos artículos de medios especializados en Paraguay, actualmente nuestro país avanza hacia la implementación de un “impuesto al carbono” como parte de sus “compromisos” con organismos internacionales.
Al respecto, la Fundación plantea varias cuestiones desde diferentes puntos de vistas: ¿Qué compromisos internacionales serían estos? ¿Por qué un impuesto de aplicación nacional tiene que estructurarse como mecanismo de gravar (que sería igual a castigar o desalentar) las emisiones de carbono, cuando que el Paraguay no aporta ni el 1% de las tales emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial?, y ¿Qué son esos tales gases de efecto invernadero?
Indica asimismo que en este punto se entrecruzan varias teorías, una sobre otras, relacionadas al carbono (o dióxido de carbono para ser más precisos), el calentamiento global y las obligaciones que se imponen a los ciudadanos de todo el mundo “sobre bases más que cuestionables”.
Añade que, según las explicaciones estándar, basadas en un supuesto “consenso científico”, hay gases en la atmósfera que retienen el calor, creando un efecto invernadero, elevando las temperaturas hasta niveles que “harían inviable” la vida en la tierra en unos pocos años más. “Para ponerle números a esto, alrededor del 95% de estos gases de efecto invernadero se debe al ciclo del agua, el 5% restante se divide entre dióxido de carbono 36%, metano 0,36%, óxido nitroso 0,95%, y otros gases 0,72%”, expresa.
MÍNIMA, PERO ESENCIAL PARTICIPACIÓN PARA LA VIDA DE LA NATURALEZA
Sobre el punto anterior, asegura que el dióxido de carbono “es absolutamente marginal” en la ecuación; sin embargo, cumple una función esencial, uniendo a los seres el reino animal con los seres del reino vegetal, ya que lo que los primeros desechan, lo absorben y procesan los segundos, y lo que los segundos desechan, lo absorben y procesan los primeros, en un ciclo que sí sustenta la vida en el planeta.
Advierte que reducir el dióxido de carbono significaría afectar nuestra fuente de oxígeno reciclable, pues el origen del mismo se halla en el reino vegetal que necesita el dióxido de carbono para existir. “Así pues el dióxido de carbono es esencial para todos los principales sistemas de vida de la Tierra”, enfatiza.
Indica igualmente que actualmente los “Acuerdos de París” del 2015 representan 1.5 mil millones de dólares, gastados por año hasta el 2100, para supuestamente bajar las temperaturas medias de 1 y 2 grados centígrados. “Las autoridades y la ciudadanía deberían mantener la debida racionalidad en este y otros temas, y no estar asumiendo compromisos que hipotequen nuestro futuro, sobre una base que tiene muy poco de ciencia y mucho de ideología woke”, asevera.














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