El amor al prójimo se encuentra presente y más aún en tiempos de guerra.

Una familia se ha trasladado originalmente a la zona de Kiev desde Crimea en 2014, cuando fue anexionada por los rusos. Cuando empezaron los combates en su pueblo y llegaron las tropas rusas hace unas semanas, tuvieron que pasar 13 días en un pequeño sótano.

Finalmente pudieron escapar, y tuvieron que caminar muchos kilómetros por un territorio muy peligroso. Hubo muchas explosiones y trataron de protegerse con maletas. Así fue como una camiseta, y el resto de la ropa que llevaban en las maletas, quedaron destrozadas por la metralla.

Cuando cruzaron la frontera con Polonia, la iglesia de Lublin les dio la bienvenida. Miembros de la familia aún se encontraban temblando cuando llegaron. Los integrantes de la iglesia organizaron un lugar para alojarlos, también les brindaron comidas y atención médica, los refugiados no tenían más ropa que la que llevaban puesta, y los que se encontraban en la maleta estaban rasgadas por la metralla. Así fue que las personas de la iglesia los llevaron a una tienda y les compraron cosas. Oraron con ellos y por ellos. Al cabo de unos días, la familia se trasladó más al oeste.

Actualmente hasta la fecha del 18 de marzo lo cual fue la última actualización registrada por la ONU, 3.328.692 personas han huido de Ucrania.

Han evacuado otras 4.000 personas de Mariupol. Sigue siendo imposible hacer llegar la ayuda humanitaria a la ciudad, y continúan las labores de rescate en el lugar del teatro teatral bombardeado.

Los últimos días no han traído cambios significativos en el control del territorio o de las infraestructuras. Continúan los intensos combates, pero puede decirse que la intensidad es algo menor que en las dos semanas iniciales de la guerra.

Se ha notado que los militares rusos han reducido su presencia en el espacio aéreo ucraniano, presumiblemente para evitar más pérdidas – la defensa aérea ucraniana derriba varios aviones cada día.

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