«Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?» (Salmo 11:3)
Nuestra nación atraviesa por serios aprietos. Una grave crisis se ha cernido sobre toda la región y el mundo en realidad. Y tal vez la nuestra sea la sociedad menos castigada, pero pocos ven así el panorama y hay gente publicando en redes sociales que a toda costa quieren ir a otras latitudes donde justamente la situación es peor porque han bombardeado las piedras que están en sus cimientos.
A qué me refiero. A que allí rige la ley del aborto, se ha pisoteado la ley natural del matrimonio entre un hombre y una mujer y se han extraviado los parámetros.
Debemos entender que la crisis deviene de que los fundamentos están siendo destruidos y el cimiento moral tambalea. La gente cree que mágicamente la salida de Marito resolverá el problema ¡Cuanta ingenuidad! ¡Que candidez! La necedad radica en creer que simplemente un cambio de hombres va a solucionar la crisis. Estamos ante un problema moral de toda la nación. El cambio debe ser sistémico, total e involucrarnos todos.
¿PROBLEMA DE HOMBRES O DE VALORES?
Ya hemos elegido militares, sacerdotes, abogados, médicos, ingenieros para que nos gobiernen y no nos damos cuenta de que no se trata de un problema de personas ni profesiones sino que de valores. Quienes nos gobiernan son de los nuestros. Han salido de entre nosotros. Implica que el germen de la corrupción ya estuvo en ellos antes de llegar al poder. No es que eran sanos y una vez elegidos el virus de la corruptela los atacó.
Vemos con frecuencia que en la nación que decimos más avanzada del planeta, de improviso un joven toma un rifle y dispara contra sus compañeros de colegio. Y se dice que nunca falta un loco por ahí, pero no se trata sólo de un loco. Es la nación que ha acumulado más de 50 millones de abortos en su historia, muchos más muertos que en las guerras. Y a propósito de guerras es la nación que más armamentos produce y vende. Máquinas de matar. ¿Puede una nación aumentar su riqueza vendiendo aparatos de aniquilación? Más tarde o más temprano le sobrevendrán problemas porque el supremo juzgador no tiene por inocente al culpable.
Volviendo a nuestro país, ya se hicieron varios intentos para que el aborto sea ley. Y el tema es tratado con hipocresía porque al asesinato de inocentes se le llama «interrupción voluntaria del embarazo». Se pretende ocultar bajo un giro de expresión lo abominable del propósito.
Para quienes tenemos a las Escrituras como referencia indiscutible, ninguna sociedad puede salir victoriosa de una legislación criminal que despenalice -quite el castigo humano- el asesinato ¿Y qué es lo que está escrito al respecto y debemos considerar? Veamos:
«El que derrame la sangre de un hombre, por otro hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios es hecho el hombre». (Génesis 9:7)
Hay pena de muerte para los que legislan a favor del aborto, para los que lo practican. Y es un estatuto establecido por el Creador que hará justicia a su tiempo. Reitero que es una bendición enorme para nuestra nación el hecho de que aún mantengamos fuera la perspectiva de que se apruebe una ley de aborto.
Ciertamente en Paraguay hay abortos, pero las consecuencias las deben enfrentar los que lo practican. Si es ley de la nación, el castigo será sobre todos
LA DIGNIDAD HUMANA EN PROBLEMAS
Las Escrituras garantizan la dignidad de la vida humana porque a imagen de Dios fue hecho el hombre. Pero si se destruyen los fundamentos, se pierde la referencia y todo se relativiza al punto de que pierde valor la vida humana.
Justamente, dejando de lado los parámetros irrefutables, vale decir haciendo un abordaje ateo, voceros de una organización protectora de animales declaró como si nada que muchos se quejan de la muerte de 6 millones de judíos en los campos de concentración nazis, pero no reparan en que diariamente 6 millones de pollos son muertos en los restaurantes de una nación importante.
Claro, al desaparecer el fundamento, el relativismo logra que la vida humana y la de pollos tengan el mismo valor lo que se aparta de la verdad, esa verdad que nos hace libres. Los que sostienen una idea así, son esclavos del engaño.
Volviendo al principio y respondiendo la pregunta del Salmo 11 acerca de qué ha de hacer un justo cuando los fundamentos se destruyen., la respuesta es “nada nuevo bajo el sol” como decía el sabio Salomón. Fuimos llamados a ser sal y luz del mundo.
Nos toca seguir siendo mejor luz y mejor sal para traer claridad a estos tiempos de oscuridad y combatir la corrupción.
Los tiempos nos dicen que debemos actuar más intensamente que antes, mejor que antes.














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