Es también aquella que se ocupa de ser visible en todos los ámbitos de la sociedad, dando respuestas de manera proactiva a todos los desafíos actuales, aquí debemos reflexionar, muchas veces vamos a las autoridades a orar por ellos y nos retiramos, pero debemos proponer programas que puedan aportar una
transformación en nuestra nación. (Prevencion Suicidio, Abuso Sexual, presos, viudas, adictos, capellanías y demás, nuestros países nos necesitan, debemos abrirnos).
Es la que transmite principios bíblicos y genera opiniones sobre temas sociales de interés, asumiendo la actitud profética que estos tiempos requieren sin callar antes las injusticias y siendo la voz de aquellos que no la tienen. La defensa de la fe debe ser el tema central y debemos llevar luz a la opinión pública, los pastores debemos preparar nuestros sermones con una mano la biblia y la otra el periódico actual.
Una iglesia no se convierte necesariamente en influyente por su cantidad de integrantes, por sus recursos materiales o por su vínculo con las instituciones del estado, sino más bien por lograr un impacto en la sociedad con los valores del Reino de Dios, transformando la cultura, promoviendo los valores bíblicos, el respeto a la libertad, a la vida y a la dignidad humana.
La iglesia llega a ser influyente en un país o una región, cuando vive y disfruta la unidad en la diversidad cooperando en lugar de competir, trabajando en red, apoyando y entendiendo el rol de cada una de las iglesias locales, y cubriendo las necesidades de educación, gobierno, artes, cultura, medios, salud y ciencias, siendo de esa manera relevante en estos campos misioneros, por eso la importancia de las alianzas evangélicas nacionales para ser un canal para alianzas estratégicas.
Para ser influyentes debemos contar con una buena apologética aplicada a los temas actuales y a los desafíos de esta época, definiendo las causas en las cuales enfocarnos de cara a la próxima década, para facilitar los diálogos que nos permitan anticiparnos a los riesgos y amenazas que deberemos enfrentar.
Seremos una iglesia influyente si priorizamos los procesos sobre los eventos, para crecer y madurar en la responsabilidad que tenemos frente a la sociedad, regresando a la enseñanza y suficiencia de la Palabra de Dios.
El crecimiento, desarrollo y multiplicación de los creyentes, como así también el testimonio, la ética y valores que éstos tengan para manejarse sabiamente en medio de la sociedad, podrán ser un indicador que refleje la medida en la que estamos logrando ser relevantes e influyentes.
Definitivamente observamos la necesidad de establecer procesos que sean medibles, siendo estratégicos y manejando estadísticas serias que nos sean útiles.
Por ello animamos a todas las iglesias y ministerios en general a adoptar la saludable y poco practicada conducta de autoevaluarnos
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