Si hombres y mujeres que llegan a la política salen de entre nosotros y estando entre nosotros pensaban como nosotros, con un criterio crítico hacia la corrupción, pero una vez en el poder gobiernan contra nosotros, es que llegó el momento de que cada uno nos evaluemos desde una perspectiva moral.
Frecuentemente escuchamos comentarios acerca de que los hombres no hemos podido resolver los grandes problemas nacionales porque nos ha faltado sabiduría y honestidad para enfocar las políticas adecuadas y entonces es tiempo de que las mujeres se hagan cargo del gobierno.
El otro razonamiento apunta a que el Partido Colorado ha tenido décadas el gobierno en sus manos y hemos venido de mal en peor por lo que votar a la oposición es la salida. Pero hemos dado en las últimas décadas a la oposición la oportunidad de revertir el rumbo de descenso moral en la administración pública y los resultados no han sido alentadores.
No solo eso, por seguir el pensamiento de Sir Winston Churchill respecto a que la política es algo demasiado serio como para dejarla en manos de los políticos, hemos llevado al sillón de López a médicos, periodistas, militares, sacerdotes, ingenieros, empresarios y no hemos obtenido resultados alentadores sino que por el contrario, la sociedad ha venido acumulando decepciones.
Las mujeres están en política desde hace tiempo en las municipalidades, la Justicia, la Cámara de Diputados, Senadores, ministerios del Poder Ejecutivo y la sociedad ha tenido la oportunidad de ver su desempeño. Seamos francos, finalmente llegamos a la conclusión de que no se trata de una cuestión de sexo, de profesiones, de los perfiles de conocimiento de cada candidato. No.
«LO CONOZCO DE CHICO: NO VA A FALLAR»
Es probable que existan muchas personas que leen este articulo y que se ilusionaron cuando determinada candidatura bajó a la arena política porque conocía al personaje incluso desde tiempos de la escuela y de alguna manera vio virtudes estudiantiles o de compañerismo que hacían presagiar que su gestión política sería ejemplar.
Y sin embargo, igualmente una vez en el poder, esa persona fue arrastrada por la corriente de la corrupción y encumbró su riqueza al amparo de negocios concretados en la oscuridad en contra de los supremos intereses de la República. En suma, no es cuestión de sexo, de perfil profesional o de conocimiento. El problema es moral.
Entonces, estamos necesitados de una meditación profunda y de reconocer que persistir en una simple visión de que hay dos tipos de personas, dos tipos de fibras morales y que la nación está dividida entre honestos gobernados y perversos gobernantes, no conduce sino que a mayores decepciones.
Somos honestos mientras carecemos de oportunidades de acceder a los cofres públicos. Es duro decirlo. Sé que hay gente con integridad comprobada pero el análisis que les comparto enfoca el cuadro general. Siempre habrá excepciones pero convengamos, son excepciones, no la norma.
Nos lastima y nos duele pero gran parte de la fuente de la inmoralidad está entre nosotros. El germen putrefacto está entre nosotros porque los que nos gobiernan son nuestros iguales. No vinieron del exterior ni salieron de alguna otra parte. Salieron de entre nosotros. Es en vano cuestionar la perversión “de los que nos gobiernan” como si ellos eran honestos y justos cuando eran ciudadanos gobernados como nosotros y cuando llegaron al poder, ahí se contaminaron con el virus de la anti patria. No.
TRANSFORMACION INTERIOR
Queda claro que mientras no exista una transformación interior de cada uno, será escasa la posibilidad de que un justo nos gobierne porque la podredumbre ocupa espacios enormes en la sociedad y se manifiesta ya en el atropello a las normas de transito, el irrespeto a los carteles de «Prohibido tirar basura» y muchos otros comportamientos que ya están corroídos por el kupi’í.
Hubo uno que llegó al sillón de López con la mejor de las intenciones y se encontró con que el aparato estatal es “una máquina de impedir”. Más claro: una máquina de impedir hacer el bien porque lo que cuesta 100 se encarece a mil para poder repartir, compartir el robo debido a que la corrupción es un monstruo que tiene muchas bocas.
No es imposible destruirlo. Solo que debe haber un cambio profundo en nuestra conducta. Para estar en paz entre nosotros los paraguayos, entre gobernantes y gobernados, es ineludible ponernos a cuentas con el Creador.
Él es capaz de transformar mentes y corazones pero nos hemos apartado de sus propósitos y de sus estatutos. No hay otra manera de sanar nuestra forma de ser sino que retornando a sus caminos y concluyo con la siguiente exhortación que es para cada uno de nosotros:
“Venid luego, dice Dios, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. (Isaías 1:18)
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