Ya veníamos con rengueras al no entender el papel que juega la prensa, me refiero a la denominada “tradicional” (escrita, radial y televisada) en todo el orbe, que apareció Internet y poco después lo que hoy conocemos como “redes sociales”, que presentan una situación un tanto más caótica, a mi modesto modo de ver.
Ahora desearía que centremos nuestra atención en los medios tradicionales, que también ya están en Internet. Es decir, en aquellos obligados por la Constitución Nacional a contar con una dirección responsable (Art 27), y a suministrar a la población “información veraz, ecuánime y responsable” (Art 28).
Sin embargo, como vemos todos los días, esta prensa -en general- sigue utilizado algunos “recursos” lingüísticos y gramaticales en la generación, procesamiento y/o difusión de la información”, también garantizada en la CN (Art. 26), pero en la generalidad de los casos carecen de las cualidades indicadas en el Art. 27 de nuestra Carta Magna.
Entonces, surge la “información oficiosa”; o sea, aquella que no tiene carácter oficial, a pesar de proceder de una “fuente autorizada”, pero no identificada, por diversos motivos, como el temor a represalias.
Esta especie, inclusive, podría calificarse hasta de información “artificiosa”; o sea, aquella que pretende hacer creer a la población algo con artilugios literarios.
Otro recurso muy utilizado en el periodismo tradicional, y que los lectores, radioescuchas y televidentes normalmente no se detienen a examinar, es la palabra “Presunto” o “presuntamente”.
Hay que aclarar que estas palabras (presunto, presuntamente) no es más que la consideración o aceptación de algo como verdadera o real, a partir de ciertas señales o indicios, sin la certeza completa de que eso es así.
Otra palabrita, que se ha convertido en “común y corriente”, es “Supuesto” o “supuestamente”, que algunos creen que es sinónimo a la primera (otros no), y que también da la idea de algo que no se puede afirmar o confirmar con una certeza total.
El defecto, en mi modesta opinión, en el uso de estos recursos gramaticales es que, generalmente, el autor (periodista) no hace luego un seguimiento al caso tratado, con el fin de confirmar o desmentir la especie.
En este caso se trata, como mínimo, de una negligencia (que en muchas ocasiones es probable que sea hasta intencional) y revela –además- una grave carencia de ética periodística, exigido normalmente a todas las demás profesiones.
Esto hace que el receptor de la noticia se quede con la versión inicial y, peor aún, finalmente cree que la persona, institución o empresa afectadas están involucrados efectivamente en una situación ilegal o, al menos, irregular. El perjuicio que esto causa es, muchas veces, enorme.
Un artículo publicado recientemente por el diario “La Tercera”, de Chile, dice que “es correcto” el uso de las palabras “presunto” o “supuesto”, como un recurso para no atribuir directamente un delito a una persona, cuando todavía no hay sentencia judicial.
Por su parte, el diario español “El País” también sostiene que frases como “presunto ladrón, delincuente, violador, asesino u homicida” están a la orden del día en los medios de comunicación.
Sin embargo, aclara que con ello, en algunos casos son pretenderlo, se vulnera el derecho a la presunción de inocencia, que ampara al cien por ciento a toda persona implicada en algún hecho que motivó un sumario administrativo o un proceso judicial (desde su inicio hasta el final), en tanto no exista una sentencia condenatoria contra ella.
Agrega que el término “presunto” ha llegado a adquirir en el lenguaje periodístico un carácter sustantivo (de existencia real e independiente) para designar a quien, no habiendo sido condenado por jueces, “se le considera en capilla” a la espera de una sentencia inexorable, por supuesto condenatoria”.
Resalta, igualmente, que el respeto a la presunción de inocencia y, en general, a los derechos y garantías que amparan a las personas sometidas a un proceso, constituye uno de los rasgos definitorios de las sociedades democráticas consolidadas, así como de un “periodismo riguroso y responsable”.
Subraya que ese respeto no es en modo alguno contradictorio con el derecho y deber de informar del proceso en todo aquello que tenga interés para los ciudadanos.
Por: Periodistas por la verdad














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