La irrupción de las llamadas redes sociales, potenciadas por los teléfonos móviles y el Internet, han empujado a un alto porcentaje de la gente a favorecer y privilegiar la imagen por sobre la sustancia.
Millones hoy corren desenfrenadamente esta carrera sin sentido hacia una meta vana y sobre todo, engañosa, creando y proyectando imágenes idealizadas de sí mismos para impresionar a los demás.
En esencia, nada nuevo. Nosotros vemos lo que está delante de los ojos, mas no lo real y verdadero, aquello que está anidado en lo profundo del ser, en el corazón. “Así como el rostro se refleja en el agua, el corazón refleja a la persona tal como es”, dice Proverbios 27:19
Esto, que fue escrito hace miles de años, establece con suma claridad y sencillez el permanente conflicto entre la imagen que se proyecta y la esencia de lo que se es. En la inmensa mayoría de los casos, estas realidades chocan violentamente entre sí, aun más hoy, cuando resulta relativamente sencillo “construir” una imagen agradable o atractiva.
Este asunto debe ser resuelto del todo por los cristianos —en realidad, por todo el mundo: no podemos navegar entre dos aguas. Para ello es necesario que nos enfrentemos con toda honestidad con lo que hay en nuestro corazón —sin maquillarlo, justificarlo ni menos aprobarlo.
¿Qué hay en nuestro corazón? La Biblia dice que nosotros vemos lo externo, las apariencias, pero Dios conoce el corazón humano y sus profundidades (1 Samuel 16:7). “El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?», dice Jeremías 17:9-10. Por supuesto, quien sabe todo acerca del corazón de cada uno, es Dios.
Eso es lo que a Él más le interesa. Por eso es tan importante que nos detengamos y examinemos nuestro corazón de manera descarnada. Si no lo hacemos, por más que nos esforcemos en proyectar una imagen correcta y apropiada, nos hundiremos en el pecado y la maldad. Jesús dijo que “del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias” (Mateo 15:19).
No estamos solos en esta tarea de vida o muerte. Si lo estuviésemos, no habría esperanza. Pero la buena noticia es que Dios está para obrar a nuestro favor: “Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo. Pondré mi Espíritu en ustedes para que sigan mis decretos y se aseguren de obedecer mis ordenanzas” (Ezequiel 36:26-27).
Lo hará por el poder del Espíritu Santo. Lo hará por la obra redentora de Jesucristo, Su muerte y resurrección. Lo hará por Su amor. Lo hará para Su gloria.
Es tiempo para dejar de preocuparte y luchar por la imagen. Es tiempo para tu nuevo corazón.
Walter Neufeld es fundador y presidente de la Fundación Jesús Responde al Mundo de Hoy, Ñemby
Dejá tu comentario