La amenaza de hambre en su estado más crudo y la perdida de bienestar se han convertido en un contrapoder contra una disciplina -en teoría meramente sanitaria- que intenta poner de rodillas a la humanidad para que se acostumbre a vivir de subsidios y de lo que unos pocos deciden. Así lo está planeando un poder global que en su afán de dominación ha establecido pautas que empezaron a ser aplicadas incluso antes de que se inicie lo que llaman “el gran reseteo”.
CAPITULACIÓN DE LA PRENSA
En las diferentes naciones los medios de prensa están siendo “comprados” con paquetes publicitarios públicos que les reportan ingresos significativos. El objetivo es que se conviertan en una cadena nacional que solo repita fielmente la información que un poder central le provee. La condición es que todo se publique sin repreguntas ni cuestionamientos. Periodismo prostituido y obediente.
En realidad ya casi no existe periodismo. La estructura periodística está al servicio de la propaganda, vale decir la transmisión de un mensaje repetitivo con vistas a lograr una conducta afín al mensaje divulgado. Hemos llegado a una instancia de subversión de los principios del periodismo histórico que un análisis somero nos revela que los valores sobre los que debería sustentarse, han sido trastornados gravemente.
A diferencia de la información libre e imparcial, la propaganda ofrece solamente un lado del argumento, datos parciales y orientados según un propósito previamente ideado para influir sobre la comunidad en favor de una causa ¿Y cual es la causa? Claramente la dominación global que una élite poderosa organizada en el exterior intenta desarrollar y para ello ha tomado el control de organismos supranacionales como la Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial, la ONU, la OEA y otros.
LA ESTRATEGIA DEL MIEDO Y LA DEPENDENCIA
Desde poco después de iniciarse la pandemia se percibió un propósito deliberado de publicar con intensidad y amplitud noticias deprimentes que instalaron de inmediato el desánimo primero y el miedo después a fin de manipular las mentes, domesticarlas y someterlas a una obediencia ciega a los planes que la élite decide.
Quienes hemos vivido durante la dictadura sabemos perfectamente que el miedo es un arma de los poderosos para gobernar. El temor a las mazmorras o a la muerte apunta a crear una sociedad dócil donde el que levanta la voz debe ser perseguido y de ser posible eliminado.
Por otro lado, las cuarentenas y otras restricciones golpearon las economías nacionales. Ellas se han resentido y en ese contexto aparecieron rápidamente las ofertas de multimillonarios créditos que aumentaron el endeudamiento y es sabido que la deuda somete y tal ha sido el propósito. Está en las Escrituras “Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores”. Proverbios 22:7
El Creador considera falto de entendimiento al que firma contratos que lo comprometen incluso a perder su cama. Pero la situación de endeudamiento ha tenido dos vertientes en el último año. No solo muchas naciones quedaron subordinadas a sus acreedores sino que los cierres temporales de la actividad económica produjeron pérdidas que afectaron a muchos empresarios y trabajadores. Ingresaron a la vorágine de los saldos insuficientes que hoy les pasan factura.
El bolsillo de muchos ha quedado destartalado. Los números rojos y la amenaza de hambre se han convertido inesperadamente en un contrapoder que se levanta contra la manipulación noticiosa y la disciplina de paro que el gobierno intenta imponer para contener los contagios. Se vive una lucha entre ideologías y realidades y el hombre común vive aprisionado entre quedarse en casa y cubrir sus necesidades cotidianas.
Nos han llevado a una situación de discordia que con sabiduría tenemos que tratar de resolver. Hay que encontrarle un justo medio y establecer un pacto. Desde hace semanas venimos hablando de la necesidad de un entendimiento nacional.
LA MANIPULACION, EL LOMITERO Y LA DIGNIDAD
En Brasil, Jair Bolsonaro planteó a la nación repensar la política de “cerrarlo todo” en un contexto en el que la gente quiere trabajar. Dejó entrever una disyuntiva de acero que para muchos acosados por el miedo, es elegir el modo de morir, encerrados o trabajando, con hambre o dando batalla porque ese es el escenario montado justamente para crear el caos.
La manipulación informativa ubica el problema sobre los que venden comida al paso por la noche y se los ha querido bloquear, cerrar fuentes de ingreso. Pero convengamos, no es el lomitero el problema sino la aglomeración y la falta de condiciones higiénicas. Precisamos un cambio de mentalidad que nos lleve a establecer un acuerdo razonable que garantice el sustento a todos y aleje la idea de instaurar una política de caridad pública, una cultura limosnera.
Debemos rechazar la idea de ser dependientes de un poder global y convertirnos en la resistencia porque, en la línea del engaño, en otros países ya aceptan el chip que lleva el control central a extremos impensados pisoteando la dignidad humana.
Con el pretexto de la modernidad, hasta ahora el control era externo pero el siguiente paso es controlar a la persona desde su interior, sus latidos por minutos, presión arterial, índice de azúcar, su alimentación, qué está haciendo incluso con su esposa, porque vendrá el tiempo en el que a partir de sus datos “internos” le obligarán a consumir una dieta que la élite decidirá en base a algoritmos que procesarán los datos con inteligencia artificial y tomarán las decisiones sobre la vida personal.
Debemos tomar conciencia de que estamos ante el advenimiento de una dictadura extrema como nunca antes hubo en la humanidad. Hay un sólo todopoderoso que es capaz de reírse de los que se levantan contra el orden original para instaurar un presunto nuevo orden que juntamente será un gran desorden.
