Unas doscientas personas salvaron con vida y un número indeterminado quedó bajo los escombros del edificio Champlain Towers South, ubicado en la localidad de Surfside, del condado Miami-Dade, estado de Florida. Entre ellos, seis paraguayos, cinco de los cuales son familiares de la Primera Dama. Este hecho le confirió cercanía a la noticia que, de otra forma, habría pasado por nuestras pantallas como otra catástrofe más de las muchas que acontecen diariamente alrededor del mundo.
Hasta la noche del domingo 4 de julio habían encontrado e identificado 25 cuerpos y aún había 121 desaparecidos. En esa ocasión se procedió a demoler preventivamente la parte que todavía se conservaba en pie, con el fin de evitar más pérdidas de vidas.
Un detalle perturbador es que, en el año 2018, se habían detectado problemas estructurales en el edificio, los que debían repararse para garantizar la seguridad de los habitantes. Eso nunca llegó a hacerse.
Todo este dramático episodio nos sirve para subrayar algunas verdades espirituales de valor universal.
¿Estamos preparados para lo súbito e inesperado? En el fluir filosófico de este mundo, esto no es importante en comparación con aprovechar al máximo los deleites del momento. La Biblia, en cambio, nos llama a estar alertas y vigilantes, anticipando lo inesperado. La parábola de las diez vírgenes (Mateo 25.1-13) ilustra muy bien este punto, y 1 Tesalonicenses 5.3 nos habla de la “destrucción repentina” que vendrá cuando menos se la espera. Prepararse de alguna forma es de sabios.
¿Qué hacemos cuando se observan “problemas estructurales” en nuestra vida?
El consejo de Dios nos dice “Al que disimula el pecado, no le irá bien; pero el que lo confiesa y lo deja, será perdonado” (Proverbios 28.13, DHH). En otras palabras, hay que reparar a la brevedad lo que está defectuoso, fallado o deteriorado. No hacemos bien en “tirar para adelante” eso que nos daña, porque al final, el daño será mucho peor.
¿Sobre qué fundamento y cómo hemos edificado nuestra vida?
El Señor Jesús nos llama a edificar nuestra vida sobre un fundamento sólido que no se desploma, aun cuando sobre la edificación se dejen caer lluvias, la rodeen inundaciones o sea golpeada por fuertes vientos (Mateo 7.24-27; Lucas 6.46-49). Y ese fundamento es la enseñanza de Jesús, seguida y obedecida.
¿En qué o en quién ponemos nuestra confianza ahora y por la eternidad?
Múltiples pasajes de la Escritura nos muestran que toda nuestra confianza debe estar puesta en Dios, quien es la roca de la eternidad —“Confíen siempre en el Señor, porque el Señor Dios es la Roca eterna”, Isaías 26.4; 1 Corintios 10.4; Salmos 18.2; 31.3, Hechos 4.11, y muchos más.
Que la Palabra de Dios hoy nos hable y Su gracia nos lleve a hacer todos los cambios que necesitamos para andar de acuerdo a Su verdad, alertas y vigilantes, preparados para lo por venir.
Pablo Sánchez, Fundación Jesús Responde al Mundo de Hoy, Ñemby














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